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domingo, febrero 21, 2010

Su historia cuenta. Una conexión que crece con fe en radio Betania


Tiene 24 años y hace ocho que conduce el programa Conexión internacional. Gabriela Rioja puede decir con orgullo que tiene a su cargo el más antiguo programa de radio Betania, la emisora que difunde mensajes católicos por el dial 93.9 de frecuencia modulada.
Llegó a este lugar por simple invitación de un amigo, que le prometió enseñarle a operar equipos de radio. Admite que jamás había sintonizado la emisora, porque no le atraía la idea de escuchar rezos por radio. Pero una vez estando allí, sintió que algo la llamaba a seguir frecuentando ese lugar. Así que poco a poco fue introduciéndose en la locución y durante dos años fue voluntaria para transmitir mensajes que pudieran invitar a la audiencia a compartir alegrías. “La vida puede ser hermosa, no importa lo que pase”, es la frase que resume la inspiración que la llevó a involucrarse más.
Hasta que, el día menos pensado, llegó el momento en que Gabriela tuvo que poner en práctica sus propios consejos para ver con optimismo la vida, a pesar de las adversidades. “Tuve un problema familiar. Mi padre quedó largos minutos sin vida y cuando consiguieron reanimarlo, entró en coma”, comenta. Ese día, lo primero que se le cruzó por la mente fue la radio Betania, adonde decidió ir con el objetivo de hablar a su padre. La esperanza de verlo restablecido la impulsó a ponerle audífonos todos los días. Quería que él escuchara su voz, las oraciones y los mensajes que ella misma quería darle a través de la radio. Así se pasó dos semanas, hasta que el enfermo abrió los ojos. “Me reconoció. ¿Y sabe qué fue lo primero que me dijo? ‘Callate Gabriela, por favor’”, comenta en medio de risas.
Después de ese episodio, Gabriela cree que retomó la radio y la fe con muchas más fuerzas. Tanto, que hoy puede decir que es privilegiada al oír tantos testimonios de vida de gente que se emociona, que quiere sentirse protegida por un Dios que jamás abandona. “Es un programa interactivo, de animación y acompañamiento. Se comunican con nosotros personas de México, España o Brasil”, explica.
Actualmente, Conexión internacional se emite de 10:00 a 12:00, pero no siempre fue así. Al principio era sólo una hora, luego pasó a hora y media y ahora hay quienes piden que se extienda a tres. “¡No!, la gente se puede aburrir de tanto escucharme!”, exclama Gabriela, pero reconoce que hay mucha necesidad de Dios en las personas y que por eso piden ampliar el programa. El contenido se distribuye en varios sectores, como ‘motivos para agradecer’, el espacio que da opción a las personas a compartir las bendiciones que han recibido. “No queremos que el mundo sea de ‘quejanza’, sino de alabanza, siempre hay motivos para dar gracias a Dios”, dice. Otro sector es el de ‘católicos en acción’, que resume las actividades de la iglesia. Y otro sector es ‘el saco’, que invita a poner intenciones y necesidades en un saco espiritual. Aquí entran oraciones por algún enfermo o por quienes atraviesan problemas.
A diario son aproximadamente 50 llamadas o mensajes que llegan a través del teléfono, del chat interactivo o del correo electrónico. La experiencia y el contacto con tanta gente ha servido para dar paso a grupos nuevos, como el de Intercesión, que está compuesto por adultos que oyen regularmente la radio y vienen un día a la emisora. “Traen su saco espiritual y vienen dispuestos a rezar por otras personas”, afirma. También está el grupo de oración de niños, Profetas de la luz.
Con toda esa experiencia, no es de sorprender que Gabriela haya elegido la comunicación social como carrera universitaria. “Me faltan cuatro semestres, pero sé que no me equivoqué”, comenta. Y sus ganas de trabajar dan para mucho más. “Cuando el director de la radio me entrevistó la primera vez, me preguntó qué quería hacer. Yo le respondí que quería llegar a sentarme en su silla”, cuenta. Y lo sostiene. Considera que hay mucho por hacer. “Dios pidió usar todos los medios para evangelizar, y sé que un micrófono es un instrumento para transformar vidas”, señala.
Su familia la apoya y dice que si su programa ayuda a las personas a acercarse a Dios, seguirá adelante. Está convencida de que sólo hace falta que una persona se convierta para que se respire paz y para que la familia entera sea convertida.

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