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lunes, octubre 18, 2010

El padre Pérez Iribarne, ‘loco’ por el ciclismo

Lidera el Grupo Fides, que cada año organiza una carrera internacional de ciclismo en ruta en el país. Primero fue la Doble Copacabana y ahora es la Vuelta a Bolivia. Reconoce que la competencia no tiene su autoría (fue idea del periodista Rodolfo Gálvez), pero él le pone un esfuerzo sin medida. Siempre ha sido el ‘hombre-orquesta’, porque organiza, relata, comenta, está en la partida, en la ruta, en la meta; reza y agradece a Dios...


— ¿Dónde nace su pasión por el ciclismo?
— Las pasiones nacen del interior de las personas y casi nunca se puede decir de dónde ni cuándo nacen. Yo creo que el ciclismo forma parte de mi ‘ajayu’ (alma en aymara) de toda la vida.
— ¿Cómo surgió la idea de crear la Doble Copacabana?
— El proyecto inicial no es mío, es de nuestro amigo Rodolfo Gálvez, fue él quien la inventó en contra de mi voluntad. En 1994 se empecinó en hacerla, y no estaba ni siquiera asfaltada la carretera. Él lo hizo y yo no apoyé en un principio; es un proyecto de él más que mío.
— ¿Cuáles eran las razones por las que usted se oponía?
— Primero, por una cosa que tal vez pueda parecer ridícula, porque no había asfalto, porque Tiquina-Copacabana no estaba asfaltada, me parecía que era un proyecto que no tenía futuro, y porque Rodolfo era muy intrépido, uno sabía cómo empezaban sus proyectos, pero nunca sabía cómo terminaban.
— ¿Qué es lo mejor que le ha dejado la Doble Copacabana?
— Emociones… prestigio de Bolivia en el mundo del ciclismo, que es un mundo en América Latina tan secundario. Ha venido gente de España, de Italia, me acuerdo que cuando vino un equipo de Dinamarca le pregunté al delegado en Tiquina qué le parecía este evento y me dijo: “like in the first world”, (“como en el primer mundo”) y eso me emocionó mucho.
— ¿Fue difícil dejar de lado esta carrera, que ya estaba consolidada, para dar vida a la Vuelta a Bolivia?
— No, pero fue casi inevitable, por el tema económico. Ya había empresas cruceñas que nos estaban respaldando económicamente; también para quitar el mito de que correr en Bolivia es correr a 4.000 metros de altura, correr sólo en el altiplano y eso no es cierto, Bolivia es mucho más grande.
— Después de tantos años dedicado al ciclismo ¿tiene las mismas fuerzas para seguir, como la primera vez?
— Yo creo que tengo más, más experiencia, quizá un poquito más de sabiduría, tengo más.
— ¿Qué logró el Grupo Fides para el ciclismo nacional en estos años?
— Muy poco (se sonríe), muy poco, y esa yo creo que es una frustración mía, personal.
– Pero si hay ciclistas que han nacido al profesionalismo, como el caso de Óscar Soliz…
– Es el único, y llevamos ya 15 años en la espalda. Claro, Óscar Soliz es un campeón y hoy está en el número cinco en el ranking panamericano, pero es muy poco, 15 años le hemos puesto muchas horas, mucho esfuerzo, hemos tenido muchos problemas, muchas frustraciones, y en algunos momentos hemos perdido mucho dinero también, me parece que es muy poco. Yo soy muy duro y lo reconozco, pero me da la sensación de haber sembrado en el mar.
– ¿Qué cree usted que se necesita para darles un impulso más a los ciclistas bolivianos?
– Disciplina, disciplina y disciplina. Yo creo que la disciplina es la asignatura pendiente en el país, somos un país muy talentoso, muy inventivo, pero poco disciplinado, la disciplina sigue siendo una palabra por la cual sentimos rechazo.
– Además de Soliz, ¿usted ve otros ciclistas que puedan surgir como él?
– En este momento ninguno.
— ¿Cómo ve a Juan Cotumba?
— Está muy atrás, yo lo quiero mucho a Juan porque fui su padrino hace años, dio lo que pudo dar pero ahí se quedó, y si no ha crecido más es porque no le ha puesto el cerebro, pero en él tenemos a un campeón en ciernes; sin embargo va a tener que mejorar mucho.
— ¿La falta de figuras en el ciclismo tiene que ver con la falta de apoyo económico?
— Mentira, ésa es una gran mentira. Mi experiencia me enseña que eso no es cierto porque el apoyo económico habría si nuestros ciclistas sobresalieran. Les pasa a nuestros ciclistas bolivianos, como a los futbolistas y a otros deportistas que quieren cobrar primero y después entrenar. La parte económica es paralela, secundaria, que estoy seguro va a llegar, pero querer que los financien antes de subirse a una bicicleta es muy difícil.
— ¿Cree que en Bolivia se pueden organizar eventos de primer nivel, como la Vuelta a Bolivia?
— ¡Ay… tengo mis dudas, eh! Para organizar un evento de ese nivel hay que tener un fuerte respaldo económico y en el país eso es muy complicado. La gente no tiene cultura ciclística, aunque tengo que reconocer que hemos avanzado gracias a don Gualberto Escóbar, un chuquisaqueño que es presidente de la Federación, pues ya hay más eventos, más carreras.
— Se dice que la Vuelta a Bolivia es ideal para los ciclistas colombianos ¿cree que este año pasará lo mismo?
— Creo que es una mentira como tantas otras que circulan, porque Óscar Soliz ha sido subcampeón del premio de la montaña en la Vuelta a Colombia, Los colombianos ganan en Buenos Aires, en Río de Janeiro, ganan en todas partes, son como los futbolistas argentinos y brasileños. A mí que me han criticado tanto por traer ciclistas colombianos. ¿Qué pasa con nuestros futbolistas extranjeros?, son argentinos y brasileños. ¿Qué quieren que invente: ciclistas del planeta Marte? ¿Que traiga ‘chacras’ para que ganen los nuestros? ¿Que mienta? Eso no entra en lo mío. Además, la Vuelta a Bolivia es una carrera diseñada, que no debía ganarla un escalador, porque los premios de montaña son relativamente pequeños, y se corre más kilómetros en tierras bajas.
— En la pasada edición tuvo varios problemas porque hubo menos equipos y menos dinero, ¿qué hizo para que cambie esa figura en esta tercera versión?
— Ponerle más emoción, porque lo que dice usted es absolutamente cierto. Ponerle más emoción, más desafíos, más locura.
— Le pregunto esto porque el año pasado usted comentó que le gustaría que otra empresa se haga cargo de esta carrera, ¿esa idea sigue en pie?
— Sigue, pero creo que va a ser difícil, porque conseguir a unos ejecutivos tan locos, como la persona con la que usted habla, es difícil; hay que ser loco para organizar esto, muy loco.
— ¿Hasta aquí se imagina todo el dinero que ha manejado todos estos años?
— Yo creo que estamos en 16 años contando éste, por encima de un millón 200 mil dólares y en premios hablaríamos de unos 350.000.
— ¿Cómo vive los ocho días de competencia?
— Los gozo y los sufro al mismo tiempo, aunque suene contradictorio; es un placer casi celestial, y por momentos es un sufrimiento infernal.
— ¿Cree que el ciclismo ha ‘pegado’ en la gente?
— El ciclismo no, el espectáculo sí, porque poner a 70 u 80 hombres en bicicleta, con uniformes, 40 vehículos detrás, 25 vehículos de policía, sirenas, es un espectáculo y eso llama la atención, una vez al año.
— ¿Qué se debería hacer para que ‘pegue’ en la población?
— Llevo 16 años cumplidos y me sigo preguntando lo que usted busca y todavía no tengo la respuesta.
— ¿Cree que eso influye en el desarrollo del ciclismo en el país?
— La vida en general y el deporte en particular es para vencedores. Qué ha significado para España ser campeón del mundo, qué serían los argentinos y los brasileños si no hubieran sido campeones del mundo, qué serían los colombianos si no fueran campeones en el ciclismo. La victoria es la que define, y en la vida como en el deporte sólo nos acordamos de los primeros, de los ganadores, los demás quedan enterrados en el olvido.
— ¿Hasta dónde piensa llegar el Grupo Fides con este impulso al ciclismo?
— Hasta la eternidad.

Las caídas inevitables y los malos momentos

Eduardo Pérez Iribarne reconoce que las carreras de ciclismo tienen sus riesgos, en Bolivia como en todas partes del mundo.
“Hace nueve años se nos murió un punateño, en la primera versión de la Doble Sucre-Potosí, cuando estábamos dando un examen para que la UCI (Unión Ciclística Internacional) nos aceptara en el calendario mundial”, recuerda.

Manifiesta que el deportista “se nos murió porque se olvidó tomar una precaución y se destrozó la cabeza; al año siguiente Jhon Soliz, de Potosí, estuvo a punto de morir también. Como somos tan estrictos en la organización, no le aceptamos el casco que él trajo y le prestamos uno que le salvó la vida”.

No olvida otro caso, de un ciclista de Achacachi que sufrió una conmoción cerebral y fractura de clavícula. “Una vez, en la Doble Copacabana, en una caída quedaron lesionados nueve ciclistas”. Pero no todo es malo, destaca que para los ciclistas, especialmente del exterior, es fascinante subir de 230 metros a 4.496, un récord absoluto.

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