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domingo, agosto 31, 2014

Yo me llamo... Vladimir Bravo

L a mirada aguda a través de las gafas y el dedo que sentencia: te quedas o te vas. El reality show Yo me llamo, uno de los más populares de la televisión nacional, lo ha instituido como el que más conoce sobre la vida y obra de artistas que, representados por imitadores nacionales, cobran vida en la voz e imagen de los participantes.
Vladimir Bravo los analiza concienzudamente y emite una sentencia, casi siempre acompañada de una explicación sobre lo que le falta o sobra al personaje.
En las cuatro temporadas del programa, el jurado compuesto por el comunicador Vladimir Bravo, la modelo Paola Unzueta y el cantante Alejandro Delius, ha cobrado un protagonismo casi tan grande como el de las estrellas que han salido triunfadoras del mismo. En una experiencia que es nueva para las pantallas nacionales y ha logrado interesantes niveles de raiting, se ha visto desfilar a centenares de personajes que buscan la mejor representación de su artista favorito. Ellos y ellas reciben consejos y preparación física y artística para lograr la mejor performance y hacerse del premio de 10.000 dólares.
De impecable vestir, voz modulada y agudos comentarios, Bravo es como la figura del equilibrio entre las personalidades de sus compañeros de set. Pero, aunque su presencia en este programa lo ha convertido en uno de los personajes más notables de la escena mediática cruceña, tiene una historia que precede a esta experiencia y que, en sus palabras, lo define mejor como lo que es y quiere ser en su carrera profesional: la pasión por la música.
Nacido en Guayaramerín, en la frontera con Brasil, Vladimir se formó en Santa Cruz y desde muy joven fue cultivando un conocimiento y amor por la música que se ha convertido en su forma de vida.
Formación musical
"Desde muy chico mis padres me hacían escuchar diferentes géneros musicales, desde la música clásica de Mozart, Schubert, Beethoven y otros, hasta los artistas nacionales más sobresalientes de la época, y esto fue formando mi oído. También me ha influido una cantidad de ritmos que provenían de Brasil, por el lugar donde nací”, comenta.
Desde joven, Vladimir se dedicó a estudiar no sólo a los principales músicos y grupos de los años 80 y 90, sino a desmenuzar cada una de sus piezas y analizar sus peculiaridades.
"Todos siempre tendemos a gustar más o menos de ciertos géneros, aunque a veces pareciera ser un tema generacional. En mi caso, me considero un fan de todo aquello que musicalmente me sorprenda con creatividad, buen gusto y de preferencia contenidos que aporten a la sociedad, independiente del ritmo, estilo o género musical”, sostiene.
¿Qué, según tu criterio, hace la diferencia cuándo se trata de juzgar un grupo o intérprete?
Las personas que trabajamos con música debemos tener la mente siempre abierta a las nuevas propuestas que aparecen y analizar el fenómeno que causan en la sociedad. Por eso no juzgo el trabajo de un artista o de un productor sin antes poner a prueba su producto, independiente del tipo de música que yo consuma como gusto personal.
¿Cómo diste el paso de entrar a los medios o fueron los medios los que te convirtieron en un apasionado de la música?
Siempre vamos descubriendo cualidades propias a través del tiempo y de experiencias vividas. Yo, al igual que la mayoría, la descubrí por casualidad, acompañando a un amigo a un casting para una emisora de radio en Santa Cruz, donde acabé participando y ganándome el puesto sin mucho esfuerzo y sin experiencia alguna. Algo especial vieron los directores de la radio en mi supuesto "estilo” de expresarme y allí arranco una nueva fase en mi vida. Si bien yo era un consumidor de música, jamás pensé en vivir de ello ni que tuviera las cualidades para hacerlo.
¿Cuántos años realizaste programas de televisión y radio sobre música?
Arranqué en la radio un 8 de enero de 1986 y he permanecido en este medio hasta enero de 2012. Lo de la televisión vino un par de años después, cuando propuse a un medio local hacer corresponsalías de grandes festivales de música que se generaban en Brasil en aquella época. Era un reto que me ponía a mí mismo y que, gracias a Dios, conseguí superar de forma exitosa, convirtiéndome en el primer periodista boliviano en traer notas en exclusiva de grandes figuras de la música como Carlos Santana, Bon Jovi, Supertramp, Guns N’ Roses y otros. Hoy en día, esos artistas y muchos otros, forman parte del universo musical de Rewind, el programa que conduzco los domingos a la noche por Bolivia TV.
Señores del jurado
Las "galas” son cada noche diferentes. Lo mismo que los artistas que van evolucionando ante la vista de la teleaudiencia. Al final, los seguidores de uno u otro participante son también los seguidores de los miembros del jurado que los impulsan o los sancionan en el camino. La historia es, como tiene que ser, casi una telenovela…
Tu papel en Yo Me Llamo es del "conocedor”, pero también el que exige ciertos detalles a los participantes, ¿es un rol natural de acuerdo a tu personalidad o se han fijado, cada uno, un papel especial en el show?

Si bien la franquicia de este programa busca perfiles muy opuestos entre sí para la evaluación de los participantes, cada uno debe aportar con su campo de experiencia y tratar de resaltar los parecidos entre persona y personaje. En un programa como Yo Me Llamo, lo que cuenta es 100% lo comparativo y nada más. Si bien mi participación en el programa fue considerada importante por los productores, se debe tener en cuenta que yo tengo hace cuatro años un programa de música como Rewind y quizás por eso, consideraron todo el background que venía junto a mi persona en la parte histórica y contextual.
A veces se nota la tensión y competitividad entre los tres miembros del jurado. ¿Cómo es la relación entre ustedes?
Tal cual como se refleja en la televisión. Nada fue armado ni pautado, cada uno tiene su carácter y su forma de ver al artista que los participantes intentan mostrarnos cada noche. Es muy natural que cada uno quiera defender una posición y esto a veces genera uno que otro conflicto. Fue una experiencia muy interesante por la cual estoy muy agradecido con los ejecutivos de la Red Unitel, quienes confiaron en mi experiencia dentro de la música y me permitieron opinar libremente sobre cada uno de los personajes que nuestros talentos en competencia proponían en cada temporada; y aunque no siempre estuvimos de acuerdo con mis compañeros del jurado, esto forma parte de una dinámica muy válida en este tipo de realitys. Una experiencia que mereció ser vivida.
El eterno retorno
La experiencia de ser parte de un reality show en un país que está despertando a este tipo de producciones ha sido determinante en su imagen, pero, como "periodista musical”, reivindica los espacios que él ha construido y que siente más propios: su programa Rewind, donde semanalmente se da el gusto de recopilar actuaciones y clips de los grandes de la música contemporánea, especialmente del rock. "Ahora vamos por más con Rewind, cada semana se afianza más dentro del gusto de la gente que ve nuestra señal internacional. Quiero seguir abriéndome caminos, quiero experiencias diferentes en la televisión, quiero seguir aprendiendo y también formando a nuevos valores en esta área, como lo vengo haciendo hace ya algunos años. Quiero siempre formar parte de proyectos que me hagan feliz y a los que yo pueda siempre contribuir positivamente como Yo Me Llamo.
¿Qué queda como experiencia?
Si bien deben haber pasado cosas negativas, yo no acumulo ni asimilo mis derrotas como una limitante, busco ser positivo y optimista, y trato siempre de abrirme puertas de forma honesta y sincera, sin tener que adular a nadie ni doblegarme a situaciones que no considere correctas de acuerdo a mis enseñanzas y convicciones. Si bien esto a veces me ha traído conflictos internos, el público es quien decide y evalúa la calidad de mi trabajo. Yo no sólo doy la cara, también le pongo sentimiento…, y para esto debes estar muy seguro de quién eres y qué es lo que quieres para ti en el futuro.

Yo no acumulo ni asimilo mis derrotas como una limitante, busco ser positivo y optimista, y trato siempre de abrirme puertas de forma honesta y sincera

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