En estas últimas décadas se escuchan comentarios, en sentido de que la radio ha perdido calidad y géneros radiofónicos, pero quizás la respuesta sea contundente: la fuerza de la palabra, elemento indispensable en el apasionante y mágico mundo radiofónico no será borrada ante la presencia de otros medios de comunicación, porque la radio es compañera y una incondicional amiga, gracias al esforzado y apasionado trabajo de los radialistas, recordado ayer sin desmesurada alegría.
La radio al igual que otros medios de comunicación no escapa de la abrumadora ola tecnológica, positiva para algunos y para otros negativa, pues en algunos casos se puede apreciar el despido de personal, que otrora cumplía labores fundamentales, como los “operadores”.
Asimismo, la proliferación de medios, y por ende la falta de recursos económicos han incidido en la situación actual de estos medios de comunicación, confundiendo para muchos la esencia, el contenido de la radio, que en realidad es un arte, con una simple amplificación.
Esta afirmación es respaldada por la erradicación de géneros radiofónicos como el añorado radio teatro, que la mayoría de las veces se difundía en vivo, ahora los programas son editados y pierden esa magia de antaño.
La especialización de funciones al interior de una radio, según destacados radialistas podría ser el elemento para el resurgir de la radio, rememorando que en la época dorada de las estaciones de radio, no sólo en Oruro, anteriormente la radiodifusión tenía las funciones de producción, discoteca, operador, locutor y secretaría.
El locutor en las radios orureñas fue y es sin duda, el personaje vital dentro de una radio, pues cuenta con una agilidad mental impresionante, principalmente por la inmediatez y fugacidad de los mensajes radiofónicos.
Otro personaje que quizás se encuentra en “extinción”, es el operador, que junto al locutor constituyen la mancuerna perfecta para la producción de programas.
El entendimiento era básico, y por aquellos años, por ejemplo, no se contaba con efectos sonoros como ahora registrados en una librería al interior de la PC, por tanto la imaginación para producirlos sobrepasaba en muchos casos lo normal.
Pese a todas estas vicisitudes, en Oruro aún se hace buena radio, fortalecida por el trabajo de radialistas, de antiguas generaciones que siguen sosteniendo esa calidad añeja, pero también están ahí las nuevas camadas de apasionados por la magia e imborrable experiencia de trabajar en una estación de radio.
La radio al igual que otros medios de comunicación no escapa de la abrumadora ola tecnológica, positiva para algunos y para otros negativa, pues en algunos casos se puede apreciar el despido de personal, que otrora cumplía labores fundamentales, como los “operadores”.
Asimismo, la proliferación de medios, y por ende la falta de recursos económicos han incidido en la situación actual de estos medios de comunicación, confundiendo para muchos la esencia, el contenido de la radio, que en realidad es un arte, con una simple amplificación.
Esta afirmación es respaldada por la erradicación de géneros radiofónicos como el añorado radio teatro, que la mayoría de las veces se difundía en vivo, ahora los programas son editados y pierden esa magia de antaño.
La especialización de funciones al interior de una radio, según destacados radialistas podría ser el elemento para el resurgir de la radio, rememorando que en la época dorada de las estaciones de radio, no sólo en Oruro, anteriormente la radiodifusión tenía las funciones de producción, discoteca, operador, locutor y secretaría.
El locutor en las radios orureñas fue y es sin duda, el personaje vital dentro de una radio, pues cuenta con una agilidad mental impresionante, principalmente por la inmediatez y fugacidad de los mensajes radiofónicos.
Otro personaje que quizás se encuentra en “extinción”, es el operador, que junto al locutor constituyen la mancuerna perfecta para la producción de programas.
El entendimiento era básico, y por aquellos años, por ejemplo, no se contaba con efectos sonoros como ahora registrados en una librería al interior de la PC, por tanto la imaginación para producirlos sobrepasaba en muchos casos lo normal.
Pese a todas estas vicisitudes, en Oruro aún se hace buena radio, fortalecida por el trabajo de radialistas, de antiguas generaciones que siguen sosteniendo esa calidad añeja, pero también están ahí las nuevas camadas de apasionados por la magia e imborrable experiencia de trabajar en una estación de radio.
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