— ¿Qué significa para su carrera la conducción de No Somos Ángeles?
— Un gran retorno a la televisión, la oportunidad de demostrar mi vigencia y adaptación a nuevos formatos. Una etapa muy exitosa y un aprender de un gran productor, como es Hans Cáceres.
— Usted permaneció largo tiempo presentando Disca y Ve, hasta ha recibido críticas. ¿Qué rescata de esa etapa?
— Ninguna crítica. Fue una etapa demasiado exitosa, diría yo, que la dejé cuando el programa estaba en un muy buen momento. Para mí fue una experiencia inolvidable de la mano de Mario La Faye y un grupo de amigos, una gran familia que funcionó como un reloj.
— ¿Cómo definiría el programa NSA?
— Programa de farándula, pionero, muy bien producido, que ha tenido y tiene gran repercusión, con un gran equipo, una gran dirección y una muy buena puesta en escena. Un programa de excelente rating, polémico, innovador, controversial, odiado pero querido y muy visto por amigos y enemigos.
— ¿Cuál es su relación con las celebridades a las que, de algún modo, afectó su show?
— No frecuento mucho boliches o discos, no los veo mucho, pero cuando sí me los cruzo, me saludan normal. Creo que la gran mayoría entiende que se expone porque ellos quieren y que, en el formato, tenemos la libertad de comentar sus actividades, ya que son públicas y de dominio general.
— ¿Qué límites tiene la noticia de farándula?
— Ninguno.
— ¿Existe algún hecho que le haya apenado presenciar o que no volvería a cubrir?
— Creo que en mayor o menor medida uno tiene que arrepentirse de lo que no ha hecho y no de lo que ha hecho.
— ¿En qué se diferencia el Javier Encinas de Disca y Ve con el de NSA?
— El primero tenía más libertades de improvisación, era más comercial, más alocado. En cambio, el segundo está más enmarcado en un esquema de tiempos, es más crítico y más asentado... más maduro, diría yo.
— ¿Qué viene más adelante en el programa?
— El especial de domingo está bien fuerte y con más contenido periodístico, como para no perderlo.
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