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sábado, octubre 29, 2011

EL CÓNDOR de Bolivia inauguró el ejercicio del periodismo en 1825

El pequeño periódico, del tamaño del papel oficio, intentó incrustar en la conciencia del libre ciudadano boliviano a serlo realmente con el ejercicio de derechos y deberes.

Cuando la publicación nacía a la luz pública, el Libertador Simón Bolívar gobernaba el destino del país.

MAURICIO CARRASCO

Cambio

La difusión de la información fue un pilar importante en el gobierno de Antonio José de Sucre (1825-1828). Durante la administración del Mariscal de Ayacucho se publicó El Cóndor de Bolivia, considerado el primer periódico boliviano.

El prospecto del periódico circuló el 29 de octubre de 1825, 186 años atrás, y en éste se establece el objetivo del flamante órgano de prensa: “Ilustrar al pueblo en sus verdaderos intereses para hacerlo marchar por la senda de la libertad verdadera, para que sea feliz, para indicarle los escollos y peligros que la ambición, las pasiones exaltadas, las miras inicuas y la intriga puedan presentarle”.

En la misma edición se explica que el periódico fue bautizado con el nombre del Cóndor por “hallarse en esta ave, propia de nuestro suelo, el más alto grado de facultades con que la naturaleza ha dotado a los seres de su especie”.

El pequeño periódico, del tamaño del papel oficio, intentó incrustar en la conciencia del libre ciudadano boliviano a serlo realmente con el ejercicio de derechos y deberes, pero también con sacrificios y renunciación.

Por eso mismo, en la empobrecida Bolivia de ese tiempo, uno de los motivos capitales para la circulación del periódico era la necesidad de que se difundiese el pensamiento de la Constitución escrita por Bolívar y las reformas institucionales que Sucre realizó.

Hasta finales de la Guerra de la Independencia, en los territorios de la Audiencia de Charcas no existió la imprenta y, por lo tanto, tampoco pudo existir alguna forma de periodismo.

Con el establecimiento del Cóndor de Bolivia, Sucre inaugura el ejercicio del periodismo y crea con éste un registro impreso de la historia del nuevo país.

La máquina donde se imprimieron varias ediciones del semanario, de hecho, fue confiscada al ejército realista de Pedro Antonio de Olañeta.

Sucre es considerado pionero dentro del género periodístico, pues ya había fundado en 1823 El Monitor, primer periódico republicano de Ecuador.

En Bolivia encomendó la dirección del Cóndor a uno de sus hombres de mayor confianza, el español Facundo Infante. Él no sólo defendió las ideas liberales del Gobierno, también fue Ministro del Interior y Relaciones Exteriores del general venezolano.

Charles W. Arnade, investigador e historiador norteamericano, escribe sobre Infante: “Este caballero español desgraciadamente sigue envuelto en una atmósfera de misterio y no ha merecido ni siquiera un folleto biográfico de parte de algún escritor nacional”.

Pero Gabriel René Moreno da algunas luces sobre el trabajo periodístico que desempeñó el poderoso ministro de Sucre, y señala que escribió con “moderación, ecuanimidad, rectitud y dignidad, sin descender a la crítica política desleal y violenta”.

Como director del periódico, Infante fue autor de una gran cantidad de artículos, pero se cree también que otros tenían la inspirada pluma del vencedor de Ayacucho.

De todo el conjunto de manuscritos e impresos que conserva el Archivo y la Biblioteca nacionales de Sucre, El Cóndor de Bolivia, reconocido como una pieza bibliográfica rara y única en el mundo, forma parte de la colección de libros y folletos del sabio polígrafo boliviano Gabriel René Moreno (1836-1908).

Esta gaceta ministerial fue difundida profusamente en el país, previo prospecto preliminar, desde el 29 de octubre de 1825 hasta el 26 de junio de 1828. Sus ejemplares fueron impresos de forma ininterrumpida los jueves de cada semana en las imprentas del Ejército, Universidad y Boliviana, que fueron administradas por Fernando Arévalo.

Gabriel René Moreno ha dicho de este célebre periódico, en uno de sus tantos manuscritos inéditos, que fue “escrito con moderación y pulso, sobre todo en el debate de los negocios exteriores que eran graves en el Perú y Argentina por no estar consolidada la nacionalidad boliviana”.

“Es imposible afirmar nada con acierto sobre la fundación y organización de Bolivia, sin consultar las columnas de esta gaceta, hoy en día rarísima”, en opinión de Moreno.

Antes ya hubo dos intentos de publicaciones periódicas que fueron muy efímeras. El Chuquisaqueño, que contó con dos números publicados en la ciudad de La Paz, y la Gaceta de Chuquisaca, que registró ocho números.

Pero El Cóndor, una gaceta ministerial donde el Mariscal difundía las propuestas gubernamentales y sus propias ideas, tomaba las calles en medio de las inmensas dificultades del nacimiento de la República Bolívar.

Quizá, por eso mismo, El Cóndor de Bolivia mantuvo confrontaciones con El Mercurio de Perú, El Argos argentino, el Fénix de Lima y el Bandera Blanca, periódico francés de la época.

Y es que en el complejo proceso de consolidación de la República, gravitaron factores externos e internos de gran trascendencia que repercutieron a largo plazo en la conformación de la sociedad y el territorio.

En los 134 números del semanario, que el Banco Central de Bolivia compiló en una edición facsimilar, se abordan sobre todo aquellos temas que se refieren a la consolidación nacional, la tensa situación que provocó la separación de las dos antiguas capitales virreinales, Lima y Buenos Aires, que reclamaban su derecho a territorios de lo que fue la Audiencia de Charcas, el debate de ideas liberales, la divulgación de leyes, decretos y ordenanzas del Gobierno que configuraban la organización del nuevo Estado y partes de guerra.

La consolidación como Estado independiente significó para Bolivia, después de los movimientos independentistas de 1809 en Sucre y La Paz que inflamaron al continente con aires de libertad, una larga y penosa etapa de conflictos con los países vecinos y confrontaciones internas.

A Sucre le tocó un papel destacado en la fase de la edificación institucional y en el cambio socio económico. La paz fue para él tan difícil como la guerra.

Si una persona de menos talento e integridad —opinan algunos historiadores— hubiera recibido la misión que le dio Simón Bolívar a Sucre, quizá la República no hubiera sobrevivido al caos del período formativo por el que pasaron todas las naciones de habla hispana de América en la primera mitad del siglo XIX.

Pero la República sobrevivió, aunque en medio de inmensas dificultades. El Cóndor no sólo se limitó a reflejar esas dificultades con la publicación de correspondencia oficial, sino también destinó importantes espacios a noticias del exterior, donde las procedentes de España tenían, por razones obvias, un sitial preferencial.

Una considerable proporción del material internacional consistía en la transcripción de noticias de periódicos de países vecinos, cuyos contenidos no necesariamente guardaban relación con Bolivia.

Al adquirir mayor experiencia, los editores del Cóndor de Bolivia ofrecieron a sus lectores una mayor variedad de noticias de los ámbitos políticos, culturales y hasta científicos en un intento por difundir información que ilustre al pueblo.

La invasión peruana en 1828 fue informada ampliamente al país. Aquella fue una operación militar llevada a cabo por tropas al mando del general Agustín Gamarra. Éste impuso sus condiciones: las tropas colombianas y Antonio José de Sucre salieron de Bolivia.

Las consecuencias políticas de aquello afectaron también a El Cóndor de Bolivia.

La orden de clausura seguramente fue intempestiva, porque en lo que sería el último número, 26 de junio de 1828, el periódico no publicó ninguna nota de despedida.

A los pocos días, don Fermin Arévalo y sus ayudantes ya no tenían que entintarse las manos para pasar el rodillo sobre las letras de plomo.

Facundo Infante, el poderoso ministro del Interior y Relaciones Exteriores, volvería a rodearse de su atmósfera de misterio. Fue desterrado por imposición de Gamarra y tuvo que esperar la llegada de la hora propicia para regresar a España.

Mientras que el Gran Mariscal de Ayacucho, después de dictar en la hacienda de Ñucchu su último mensaje de despedida al Congreso, salía de Chuquisaca rumbo a Quito.

El Cóndor demostró siempre su suprema lealtad con el Mariscal: “Era cierto, decía, que no es boliviano, pero los bolivianos lo obligaron a ejercer la presidencia ¿Quién es más boliviano? Se preguntaba, ¿El general que nos libertó en Ayacucho, que nos ha creado una patria y a quien debemos instituciones propias, o el general Gamarra que nos violenta con sus bayonetas…?”.

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