— ¿Cómo llegó a radio Deseo?
— Llegué con mis propios pies, en medio de muchas inquietudes, rabia y miedos. Sentía la necesidad de realizar algo y eso me impulsó a hacer el programa, olvidando los prejuicios.
— ¿Por qué tenía rabia?
— Aún reniego por la homofobia y los comentarios que vierten algunas personas.
— ¿Cree que los heterosexuales tienen miedo de los maricones?
— No lo sé, quizás sea inseguridad y les cuesta asimilar al otro.
— ¿Cuándo descubrió que es homosexual?
— Desde niño me di cuenta que era diferente. Me juntaba más con las niñas y en el colegio sólo lo admitía para mí, y hasta viví cierto bullying y me relegaba, era blanco de insultos y puedo decir que ha sido la peor etapa de mi vida.
— ¿Busca que lo acepten?
— Yo no busco aceptación, pero sí que respeten lo que soy. Eso lo decimos en el programa.
— ¿Nunca sintió esa preocupación de “no pertenecer”?
— En el colegio sí tenía esa preocupación por no tener amigos hombres, trataba de buscar compañeros y me daba vergüenza andar con chicas; pero en la universidad ya no, me valía. En esa etapa ya era más individual, pero a medida que creces te das cuenta de que no pasa sólo por admitir que eres homosexual.
— ¿Por dónde pasa?
— El tener el programa me cambió. Antes sólo era yo y punto, y si no fuera por el espacio radial, tendría que ocultar mi homosexualidad y vivir de apariencias. Podría decirse que la radio me salvó y me hice público. Yo tenía mucha rabia, pero decidí canalizar la mala energía en hacer arte y eso es Soy marica y qué. Me da rabia lo que me pasó en el colegio, pero lo estoy superando.
— ¿Cuándo salió del clóset?
— Con el primer programa y también salí en el periódico, justo en La Razón (sonríe) nos hicieron entrevistas y salí así, claro que no medí las consecuencias en ese momento. Di mi nombre y apellido completos, y me dije: a lo que venga, porque nadie sabía en mi casa.
— ¿Qué dijo su familia?
— Lo vieron en el periódico y eso me dio miedo. Me fui a mi cuarto, yo esperaba que me pregunten algo, pero hasta ahora no me dijeron nada.
— ¿No le molesta que no le hayan dicho nada?
— Hace un año atrás me preocupaba, ahora ya no porque mis hermanos ya saben. Me preguntan del programa, claro que no les dije de manera oficial que soy homosexual.
— ¿No le molesta que le digan maricón?
— Ha sido doloroso asimilar esa palabra que tanto me ha dolido, me han crucificado y lastimado con esa expresión, pero la hemos resignificado en el programa, y si de ahora en adelante te dicen maricón, debes decir: “y qué”.
— ¿Cómo cree que cambió el papel del maricón en los medios?
— Antes estaban encasillados. Los maricones sólo hablaban de chismes, belleza y farándula, pero nosotros hablamos de política, economía y de otros tópicos porque podemos hacerlo. Los medios nos han insensibilizado y ridiculizado. Quizás piensan que sólo podemos hablar de condones, sida, plumas, fiesta y piensan que eso es nuestro mundo, pero somos parte de esta sociedad.
— ¿Cree en Dios?
— Creo en Dios, pero no en la religión. Sé que existe alguien allí arriba que me ayuda. Nunca me puse a imaginar a Dios. No creo en el Dios de los católicos, no sé qué Dios será ese, pero yo estoy seguro que el mío me ama.
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