Paul Miller, el periodista del sitio especializado en tecnología The Verge que hace un año decidió desconectarse de internet, volvió y aseguró que la experiencia fue “un error”.
La decisión de no leer más e-mails, no descargar más películas ni verlas en streaming, ni realizar pagos en línea, comenzó en la medianoche del 30 de abril de 2012 y terminó este año el 1 de mayo. Un desafío de proporciones para un periodista especializado en nuevas tecnologías, que pasaba unas 12 horas diarias conectado a la red en su computadora, iPad y hasta una consola de juegos Xbox.
Sin hacer trampa, sin usar una conexión a través de sus amigos: así pasó Miller los últimos 365 días. Totalmente desconectado. Pero a la hora del balance, un año después su primera frase fue “I was wrong” (estaba equivocado).
A los 26 años, Paul Miller había querido hacer un “alto en la vida moderna”, escapando del flujo continuo de informaciones para recuperar un poco de “paz y tranquilidad”.
En su idealización, podría manejar mejor su tiempo, dar lugar a más creatividad, “convertirse en mejor amigo, mejor hijo y hermano... un mejor Paul”, como lo escribió en su momento.
El periodista se separó de internet como quien realiza una búsqueda espiritual: así, vivió con entusiasmo sus primeros meses de libertad tecnológica, privilegiando las interacciones sociales y concentrándose en leer y escribir.
Nuevos vicios
“A fines de 2012 aprendí cómo tomar malas decisiones sin internet. Abandoné mis hábitos positivos offline y descubrí nuevos vicios. En lugar de transformar el aburrimiento y la falta de estimulación en aprendizaje y creatividad, me volví hacia el consumo pasivo y el repliegue social”, escribió.
“Durante un año, realmente no anduve en bicicleta. Mi frisbee (disco volador) juntó polvo. La mayor parte de las semanas no me encontré a nadie. Mi lugar favorito era el sillón”, agregó.
“Sin internet es mucho más difícil encontrarse con la gente”, subrayó Miller. Al fin y al cabo, concluyó que el “monstruo” que supuestamente aísla al ser humano es la fuente de todos los males: no es una “búsqueda individual, sino algo que hacemos con los demás. Internet es el lugar donde está la gente”.
Y aunque reconoce que al volver al mundo de la web corre el riesgo de volver a distraerse, de perder tiempo, de dejar algo de introspección, “al menos estaré conectado”.
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