En 2012 sentía que se moría en vida cuando le diagnosticaron un mioma en la matriz, pero después de que lo superó, porque este era benigno, volvió a sonreír. “Durante un mes estuve en cama, eso nadie lo supo”, rememora y no puede evitar que las lágrimas llenen sus ojos. Fue muy duro, pero prefirió callar, como muchas veces lo hizo cuando quedaba absorta ante sus repentinas salidas de las principales redes televisivas.
Sin embargo, piensa que después de 17 años en la pantalla chica, está madura y fortalecida, y cree que Dios le tiene algo bien grande.
¿A qué se debe tu salida de la Red Uno?
Es una decisión tomada por la empresa. De repente me tomó por sorpresa, pero lo que se decidió, lo acaté. No me quedó otra que decir: “Está bien”. Fue un acomodo muy rápido, sufrí las consecuencias, pero mi ánimo no es reclamar nada a nadie... El público es el mejor termómetro para saber cómo estuve en la pantalla.
¿Por qué decís que sufriste?
Porque obviamente no es lo que querés. El que decidan por otra manera de conducción y que no te hagan partícipe, duele... Bajo ningún concepto se puede retirar a la gente sin decirle qué hizo mal.
Vos ingresaste a la Red Uno con un proyecto noticioso ambicioso, ¿qué pasó?
No soy polémica, sabía que ese proyecto iba a tener equilibrio. Creo que la empresa tuvo temor y optó a último momento por el periodismo de color, antes que el hard (duro). Ahí yo dije: “No era lo que planeamos”.
Buscaban tener tu imagen para llenar un vacío...
No lo sé, prefiero no ser prejuiciosa, porque también me expongo. No quiero creer que fui usada o desechada, quizás solo deseo pensar que, como en cualquier trabajo, se movieron piezas.
¿Fue un despido o renuncia?
Fue despido indirecto.
Recuerdo muy bien cuando decías que volvías a tu casa (Red Uno) y jamás debiste irte... ¿Te mantenés?
Esa situación me lastimó mucho. Me formé en la red y tenía mucha ilusión de seguir haciéndolo, pero quizás no tuvieron claro el proyecto. Lo que viene ahora es tan bueno como lo que hubo.
Viene algo fuerte, pero sin la figura de Pamela Moreno, ¿cómo pinta eso?
No lo sé. A mí me costó lágrimas, quizás soy una mujer que peleo poco o lucho solo por lo mío, y ¿cuál es lo mío?, periodismo. Lo voy a hacer aquí o en la China.
Vos paseaste por distintas redes... ATB, Unitel y Red Uno, ¿cuáles son las frustraciones que tuviste?
No las hubo, porque en cada uno de los lugares nunca quise irme, sino que las circunstancias me obligaron a hacerlo. A la gente no se le dice la verdad, se le priva.
¿Por qué se le priva?
No lo sé. La gente debe saber que no somos desechables, tenemos carne y hueso.
Sembré cosas buenas, no me he ido por hacer algo indebido o malo, solo cumplí con mi trabajo. Si quisiera volver lo haría, pero no quiero, ya tomaron de mí muchas veces, usaron mi potencial y sin darse cuenta intentaron desgastarme, pero no lo lograron, sigo fortalecida.
Pero ¿cómo se explican tus salidas de todas las redes?
Espero que no me estén juzgando, porque nadie tiene derecho a hacerlo. En Unitel casi cumplí cinco años y en ATB tres. Ahí mi salida tuvo que ver con la cuestión del Gobierno. Siendo jefa de prensa y presentadora, me tocó pagar la factura.
¿De qué te arrepentís?
De haber dicho sí en esta última vez, no valió la pena entusiasmarme tanto y jugármela, porque fue muy poco tiempo y muy poca cosa. Me asignaron algo chiquitito, cuando podía hacer miles de cosas.
¿Las salidas no fueron producto de tus relaciones con las redes televisivas?
¡No! Tuve buenísimas relaciones. En ATB cambiaron de personal... en Unitel trabajaba hasta la 1:00 y había un desgaste físico porque tenía una bebé... ¿De qué malas relaciones podemos hablar? ¿Me querés decir que yo fui el problema? Pues te digo que no lo fui.
¿Qué proyectos tenés ahora?
Hago una pausa breve y no sé si sabrán de mí en la TV. Me faltó tener más carácter para no permitir que la gente atropelle lo que había logrado. Fui muy conciliadora, blandita, sumisa, aguantadora. Puedo sonreír y hablar de mandarinas, pero sé que me espera mucho más
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