Esta es la historia de Maribel. n una noche de copas, con su marido y su cuñado, recibió una golpiza y dos cortes en la cara. Ella, supuestamente, provocó los celos de su esposo al bailar con el hermano de este y desató la violencia.
El agresor era un concejal que alegó haber estado bajo efectos del alcohol y no recordar nada. Juró arrepentimiento y amor a su pareja. Uno de sus colegas aseguró que tenía antecedentes violentos. El policía asignado al caso aseguró: “todos estaban bajo los efectos del alcohol”.
Sucedió en La Paz en enero de 2013 y fue registrado por un diario nacional: “Por celos, concejal de Palca desfigura rostro de su pareja”. Esta fue una de las piezas periodísticas analizadas en la investigación Coberturas que esconden: lo que los periódicos omiten en los casos de violencia de género, que se presentará con el apoyo de Conexión-Fondo de Emancipación.
Si dejamos la política de lado, vemos que este artículo pareciera estar hecho a la medida del agresor. ¿Qué contó el periodista? “El sábado se dirigieron a la casa de la pareja y continuaron bebiendo hasta bien entrado el domingo”. ¿Qué dijo el policía?: “En medio de la juerga, el concejal comenzó a celar a Maribel con su hermano, y cerca de las 10:00 del domingo rompió un vaso de cristal y atacó primero a Maribel. Todos estaban bajo los efectos del alcohol”¿Qué alegó el agresor?: “Estaba borracho, no me acuerdo. Estoy arrepentido. Quiero responder por los daños, arreglar de buena forma. Pido perdón a mi pareja, yo la quiero”.
Un dato no menor. En la última oración de esta nota, casi como relleno, aparece el testimonio de otro concejal que señala que el agresor tenía antecedentes de violencia. Pero ese elemento no es parte de la noticia como tal. Un antecedente así de importante pocas veces es considerado en instancias judiciales y mucho menos es destacado en las coberturas de los reporteros. En cambio, sí son elementos fundamentales de la pieza periodística el estado de ebriedad del atacante y la mujer, además de los celos con que se pretende justificar la agresión.
¿Qué representa el estado de ebriedad en el agresor en la nota del diario paceño? De manera explícita es una forma de justificación por su acción violenta. Él lo declara cuando pide disculpas y “declara su amor”. Y aún si no lo hiciera, resaltar aquella aparente condición de descontrol en una nota es una forma implícita de expiar al agresor. En cambio, ¿qué representa para la víctima el haber consumido bebidas? Es una suerte de constatación de que es una ‘mala mujer’, que bebe y causa celos a su marido.
El enfoque de la nota
Solo si el periodista hubiese estado presente esa madrugada podría asegurar que ella coqueteó con el hermano del agresor. Y a pesar de que no fue así, ese factor es resaltado en el titular como el móvil de todo el incidente: “Por celos, concejal de Palca desfigura rostro de su pareja”, cuando podría titular con mayor precisión: “Concejal protagoniza nuevo incidente de violencia contra una mujer”.
Nada de lo que dice la nota es mentira a priori, pero en una sociedad con valores patriarcales tan arraigados, es imposible pretender que los comportamientos del varón y de la mujer sean juzgados en igualdad de condiciones. Consumir bebidas alcohólicas y provocar celos es motivo de condena para una mujer, mientras que la ebriedad y celar son justificaciones para un hombre. Una será encasillada como mujer ‘mala’, mientras que el otro usará esos elementos para disculparse y, ante no pocos, pasará como alguien que atravesó un momento de ofuscación producto de las acciones de su esposa y las copas.
La razón patriarcal determina que el papel de la mujer era atender y servir a los hermanos mientras se emborrachaban. Así, ella no habría provocado los celos de ninguno y el episodio violento se habría evitado. Las explicaciones ‘románticas’ de la violencia son uno de los mitos más peligrosos que no permiten a las mujeres identificar oportunamente a sus agresores y están diseñadas para justificarlos y después representarlos como personas arrepentidas y enamoradas. Así la sociedad y los medios de comunicación retratan, justifican y aceptan la violencia como: ‘ataque de celos’, ‘amor no correspondido’, ‘infidelidad’, ‘mata por amor’, etc. Romance, amor y celos se vuelven el móvil y justificación de la violencia. Nadie puede culpar a los periodistas de recoger los detalles del hecho, reproducir los testimonios y el informe de la Policía. Sin embargo, la forma en que se construye y presenta la noticia es la que reproduce involuntariamente la cultura patriarcal de la violencia.
La mirada periodística
La investigación pondera que el periodismo generó mayores espacios para hechos de violencia de género, sin embargo, advierte que el abordaje es superficial y homogéneo en la mayoría de los casos. Los seguimientos informativos son pobres y las técnicas narrativas y de enfoque son repetitivos. Se detecta la urgente necesidad de cualificar estos espacios con visiones más estructurales y complejas, así como con géneros más variados.
Las notas que se publican a diario esconden las raíces estructurales de la violencia de género, perpetúan los roles de dominación y subalternización de la mujer hacia el hombre, cosifican a las mujeres en situación de violencia y neutralizan su capacidad de acción y libertad de decisiones. Asimismo, estas piezas periodísticas se concentran en una sola dimensión del hecho, magnificándolo y quitándolo de su contexto mucho más amplio, dejando de lado las causas, consecuencias y desenlaces de la violencia. La cobertura esconde estos elementos, casi siempre de manera involuntaria, e ignora por completo otros tipos de violencia más frecuentes como la verbal o sicológica
IMPORTANTE
APORTE DE LA INVESTIGACIÓN
Un manual de cobertura de casos de violencia de género, con el que se pretende orientar el abordaje de estos temas
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