Adal Ramones y Adrián Uribe, en México. Jô y Faustão, en Brasil. Roberto Pettinato y Sebastián Wainraich en Argentina. David Letterman y Ellen DeGeneres, en EEUU. La lista podría extenderse con ejemplos de varios países. Y es que estos conductores de TV no están en la pantalla precisamente por su belleza, sino por su talento. Esa capacidad intelectual para aprender con facilidad ciertas cosas o para desarrollar especial habilidad para algunas actividades que la televisión boliviana no toma en cuenta.
El otro día conversando con una importante ejecutiva de una red nacional sobre este tema me dijo que “las reglas de la televisión son esas”, que los auspiciadores no quieren a un feo vendiendo sus productos, que la audiencia siente fascinación por las caras bonitas y, finalmente, que cuesta mucho encontrar a estos talentosos para ubicarlos frente a las cámaras. Y a los días veo en su canal que ponen al aire a otra modelo.
Sin embargo, en la pantalla criolla tenemos algunos espacios que son interesantes, donde el cerebro pesa más que la rinoplastia, pero son pocos. ¿Acaso don Francisco ganó un concurso de belleza para ganarse el cariño del continente hace más de 50 años? ¿Cómo hizo doña Justa para tener tanta hinchada en nuestro país? ¿Llegará el día en que tendremos a nuestro propio Jorge Guinzburg? La respuesta parece depender de la voluntad de los ejecutivos en los canales de televisión. Mientras tanto, agradecemos el contar con la televisión por cable.
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