Mario Cucho Vargas se define como un abogado "que nunca ejerció”, y que de lleno se dedicó al periodismo y al canto lírico. Recuerda que de niño jugó en Quillacollo con Mario Vargas Llosa, y que ya de adulto conoció al compositor argentino Astor Piazzolla.
Sobre su actividad periodística, su trayectoria está plagada de emprendimientos descollantes. Hasta 1963 fue un periodista que se consagró al ámbito deportivo. Fundó, junto a Lorenzo Carri, la revista Panorama, que comenta, competía con el Gráfico y Goles de Argentina.
Tras de aquella fecha fundó -también junto a Carri- el programa Enfoques en radio Nueva América, revista que luego pasó a ser editada en formato impreso, y de forma posterior a ser emitida en televisión.
En 1969 fundó el diario Hoy, junto a Alfredo Alexander, el primer diario a colores. "Tuvo un impacto pero fantástico”, comenta.
Cuando se le interroga sobre la clave del éxito en esta materia menciona: "Fundamentalmente el periodista debe abrazar la carrera con verdadera pasión”.
El viernes será galardonado con el Premio Nacional de Periodismo, que le otorgará la Asociación de Periodistas de La Paz.
Es un lector voraz ¿Qué autores marcaron su vida?
Yo diría que los libros de María Schiller, obviamente Alejandro Dumas, Julio Verne... fueron mis primeras aventuras literarias y luego me dedique a leer mucho, no solamente temas vinculados con la economía, la política, sino también el género novelesco.
Soy un lector apasionado de grandes autores latinoamericanos como Mario Vargas Llosa, con quien jugué en Quillacollo cuando éramos niños, Gabriel García Márquez, a quien tuve el agrado de conocer fugazmente en una visita rauda por Bogotá. En fin, Dalmiro Sáenz, un escritor argentino que no tuvo mucha repercusión. Me lo hizo conocer Lorenzo Carri, pero cuyos títulos si mal no recuerdo: Setenta veces siete, y No, el otro; un escritor fantástico que no trascendió a nivel de aquellos otros.
¿Qué recuerda de los juegos con Vargas Llosa?
Lo conocí casualmente porque mis abuelos son de Quillacollo. Tienen una residencia pegada a la famosa catedral de Quillacollo, en plena plaza central. A la izquierda habían varios edificios, uno de ellos lo ocupaba una familia de origen chileno, los Urquidi, ahí estaba la tía Julia. La que conocí todavía jovencita; Cacho, de la que me enamoré. Le tomaba la mano y dábamos vueltas por la plaza, yo con mi capa del colegio Santa Ana, en las vacaciones.
Y ahí apareció Vargas Llosa que estaba emparentado con la familia Urquidi. Ahora, si pudiera recordar qué tipo de juegos hicimos, no sé, pero que dimos un par de vueltas juntos sí, no con la tía Julia, con Cacho y con algunos otros amigos.
¿Quién fue su referente periodístico al que quiso siempre emular?
Hay muchos referentes también. Quizá el mayor es Mario Flores, un periodista cruceño, que se impuso en Buenos Aires. Fundó y dirigió el periódico Crítica, famosísimo en esos años.
Después, lo recuerdo mucho como referente a don Walter Montenegro, quien era el editor de la revista Life en español, viviendo en Estados Unidos... Y muchos otros referentes, pero pienso que fundamentalmente quienes me acompañaron en el emprendimiento periodístico fueron profesionales maravillosos, que nunca voy a olvidar, entre los cuales voy a citar solamente dos nombres: Ricardo Sanjinés Ávila y Eduardo Pachi Ascarrunz. Maravillosos escritores, además de periodistas.
Y en el campo radial, por ejemplo, quién olvida en Bolivia a un Lalo Lafaye, hermano del alma mío; a un Walter Peña Díaz Romero, Jorge Hoffman, en fin... Recuerdo que en los primeros pasos en radio Illimani encontré profesionales maravillosos como Hugo Pérez Rioja, Lili Raña Lazcano, María Elva Gutiérrez, Pepita Cardona, que además era una gran cantante.
¿Un referente internacional?
Justo Piernes, quien era editor del diario Clarín de Buenos Aires. Nos hicimos tan amigos, pero tan amigos que logramos una interconexión, pero inmediata. Esa química que dicen, conociéndonos en Buenos Aires. Justo Piernes estuvo presente en todos los actos más ruidosos de la política interna boliviana. Yo lo recogía del aeropuerto, porque me decía "voy tal día”, y yo decía "aquí va a pasar algo”, y a las pocas horas evidentemente pasaba: un golpe de estado, un nuevo presidente. Le decía a justo: "Cada vez que llegas se me estruja el corazón porque sé que va pasar algo”.
Con él construimos una amistad integral, tanto que aquí yo le hice conocer todos los recovecos de la vida nocturna, y él en Buenos Aires lo mismo, al extremo de que recuerdo dos cosas, me presentó una noche a nada más y nada menos que a Astor Piazzolla.
Lo sentó en nuestra mesa, conversamos con Piazzolla , y estaba muy de moda en ese momento el tango Balada para un loco, que cantaba su mujer Amelita Baltar. Pero me hizo una cosa verdaderamente increíble. Piazzolla me dijo: "Va a tener el privilegio de escuchar por primera un tema que voy a difundir, que le he dedicado a mi abuelo, se llama Adiós Nonino”. Fantástico. Yo me vine con las grabaciones aquí, y desde entonces mis hijos y mis nietos me dicen Noni, por el Nonino.
¿Cuál es la clave del éxito para lograr emprendimientos periodísticos descollantes?
Fundamentalmente el periodista yo creo que debe abrazar la carrera con verdadera pasión, con una dedicación absoluta. Debe aprender cada día y dar exámenes cada día. Exigirse totalmente.
En esas época, cuando comencé en periodismo, no había universidad. En realidad yo soy un abogado que nunca ejerció y me dediqué al periodismo y al canto lírico. Pero ahora hay facultades de comunicación social por todo lado, pero es gente que no sabe dónde va a trabajar, que no tiene respaldo y naturalmente ha perdido la mística, la pasión.
Nosotros, en los comienzos de nuestra incursión periodística, nos amanecíamos esperando la salida del periódico, para llevarlo bajo el brazo hasta la casa y desayunar con ese periódico. Esa pasión y ese permanente afán de superación deberían ser los ingredientes básicos para que un muchacho joven, que tiene verdadero cariño al periodismo, consagre su vida hacia él.
¿Imagino que usted ha estado en muchos mundiales?
No me va creer... El único mundial al que asistí fue el de 1950, cuando terminaba mis estudios de abogacía, invitado por familiares a Río de Janeiro. Vi la final, vi el maracanazo. Nunca más he ido a ningún campeonato mundial, ni a ninguna olimpiada. Uno de los defecto que reconozco es mi comodidad. Yo entro a un avión, y lo primero que pienso inmediatamente es bajarme del avión, pensando que ya hemos hecho el recorrido correspondiente.
Hoja de vida
Origen Nació en La Paz el 29 de diciembre. Su familia es de origen cochabambino.
Estudios Es abogado de profesión, pero se consagro de lleno al periodismo.
Familia Tiene siete hijos, 13 nietos, siete bisnietos, "y dos por venir”
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