Roberto Navia partió el lunes hacia el viejo mundo con la mochila llena de historias contadas y otras que buscan ver la luz. Lo que lo llevó hasta Madrid fue la tragedia de su tocayo Roberto, un joven del trópico de Cochabamba a quien una turba enardecida le prendió fuego. Esa historia y otras parecidas se narran en ‘Tribus de la inquisición’, crónica por la que este jueves el periodista boliviano fue galardonado con el premio Rey de España.
Poco después de haber recibido el reconocimiento de manos del monarca español Felipe VI, Roberto conversa con el diario EL DEBER, casa periodística en la que escribe desde 1998, cuando aún era un universitario. Su emoción y alegría traspasan las barreras digitales de la videocharla, que también contagia al escuchar su relato sobre sus dos nuevos retos trazados para el futuro.
Sus primeras palabras son de agradecimiento. “Trato de ser un digno embajador del periodismo y de los ciudadanos que hacen de Bolivia un país más grande (…) Este premio lo recibo con la algarabía típica de un periodista que ha encontrado en la calle, en las montañas, en las historias sencillas, en los temas escalofriantes, un estilo de vida. Lo mío es eso, un apostolado”, dice.
Roberto cuenta que durante el almuerzo que compartió con los galardonados y el jurado, este jueves, se enteró que su crónica fue ganadora por unanimidad.
‘Tribus de la Inquisición’ compitió entre más de 200 trabajos de 18 países iberoamericanos en la trigésima segunda edición de los Premios Internacionales de Periodismo Rey de España, que organiza la agencia de noticias EFE y la Agencia Española de Cooperación Internacional.
Para Navia el premio es una consagración a un trabajo que no termina porque después del ‘Rey de España’ ya tiene entre manos dos grandes proyectos: hará de ‘Tribus de la inquisición’ un libro y comandará en el diario EL DEBER una unidad especializada en investigación periodística.
“Va a ser un departamento que, pretendo, se construya con los mejores periodistas de Bolivia, que sea un equipo de lujo, no para clasificar el mundial, sino para jugar el mundial y ganar la copa, para estar a la altura de los acontecimientos que se vienen dando”, señala.
Pero el cronista boliviano tiene una preocupación y es la forma en cómo se está encarando el periodismo en el país. “Lo digo con franqueza y con humildad, nos falta más investigación. Bolivia está viviendo emociones fuertes, acontecimiento históricos, realidades durísimas y, de pronto, el día a día de la coyuntura, muy importante para los medios de comunicación, no es suficiente”.
También Navia es consciente de que el periodista no es un llanero solitario que se bate a duelo con la realidad. Reivindica que, para hacer un buen periodismo, los editores, jefes de prensa y propietarios de los medios de comunicación deben poner de su parte; sin embargo, el compromiso y pasión por ejercer "el mejor oficio del mundo", como lo denominó Gabriel García Márquez, debe nacer y afianzarse en el propio periodista.
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