Gabriela Ichaso
" El poder no se discute, se lo toma.” Después de 9 años de aquellas decisiones que alejaron a Carlos D. Mesa y Amalia Pando de una amistad y un proyecto periodístico común, inédito en el país y generador de la envidia y el recelo de muchos, se reencontraron en la entrevista "En Directo”, que le realizó el 30 de marzo de 2011 en la Radio Erbol.
Amalia le preguntó entonces si recordaba "esa frase que la usábamos entre broma y broma…” Carlos D. Mesa le respondió con tono risueño y de viejo amigo. Al estilo de ambos, fue una entrevista con las preguntas sin filtros de Amalia y las respuestas de construcción perfecta del exPresidente y actual embajador del mar boliviano. Alguna vez, en 2011, Amalia fue consultada sobre su relación con Mesa, a quien debió poner en el estante del desencanto mucho tiempo: "Ahora no queda nada, es como ver a un viejo novio”.
Ahora, cuatro años y unos meses después, debe dolerles a ambos el recuerdo de aquella frase en broma que los unía en la lejanía, hoy una sentencia para la antigua militante del socialismo efervescente en la época de Allende en Chile, socialismo que con los matices del tiempo sigue presente en las convicciones de Amalia.
Las presiones gubernamentales a la Red Erbol se estarían traduciendo en ahogarla sin propaganda del Estado mientras Amalia continúe En directo, al aire y contrapunteando firme e irrebatible las noticias del día a día. "Yo sigo siendo socialista, mi estructura política no ha cambiado, creo que esa es mi ventaja con el resto, tengo formación y criterio político, he estudiado política 20 años; cuando por ejemplo el señor Vicepresidente dice cualquier cosa, entonces yo tengo la respuesta o por lo menos la pregunta.”
En 1979, se forja en el periodismo de radio Cristal de La Paz, la amistad con sus colegas Carlos D. Mesa y Mario Espinoza, la que diez años después devendría en el primer proyecto independiente periodístico televisivo de largo aliento del país: P.A.T., que llegó a ser un canal alternativo de televisión abierta, propiedad de los colegas y amigos, hasta la asunción de Carlos D. Mesa como Vicepresidente constitucional el año 2002. "Cuando me despidieron, me lastimaron, pero creo que todo pasa, uno supera las cosas, todos los cambios son buenos, hubiera sido terrible quedarme en PAT, nefasto para mi vida personal y profesional, por el cariño que le tenía”.
Incómoda e indomable
Nadie entonces dijo: "Todos somos Amalia”, porque Amalia les resultaba antipática, incómoda, indomable, a todo tipo de poder, público y privado, de clase y de grupo. Ahora seguramente también, sólo que no decir nada sabe a lo mismo de las otras veces o bien, conviene sumarse a cualquiera que se siente afectado por este Gobierno. Ella tiene una hoja de vida a la que le basta el número de caracteres de un tuit: treinta y largos años de militancia periodística, 62 años de coherencia consigo misma, un hijo hermoso y amor a la vida. No le debe a nadie.
Es la última periodista de agallas. Le encontraron el precio o el desprecio a los demás de la generación mayores de 40. Trabajó en Canal 7, PAT, Erbol, Fides, RTP, y estos últimos años, en la Red Erbol. "Me he equivocado, no una vez, sino miles de veces, pero he intentado corregir esos errores. Aprendí a ser lo más precisa posible, es decir, que cuando digo que llueve, es que llueve.” Y es que no hay ya en Bolivia un periodista de su talla: Amalia no emite sus propios juicios de valor en sustitución de la información, tiene talento, es brillante, rápida, acuciosa, formada e informada y valiente, despojada de cualquier arma de contaminación periodística. En 2011, en la entrevista realizada por Fabiola Chambi, consultada sobre personas que admiraba, fue contundente: "No creo que todavía haya surgido alguien mejor que Carlos Mesa, admiro su estilo y su sobriedad, me parece que con Carlos perdimos a un gran periodista a cambio de un muy mal político(…) Admiro el valor, la tenacidad y el trabajo de Filemón Escobar, con quien no siempre coincido, a veces me peleo, incluso en las esquinas de las calles; pero lo quiero entrañablemente”.
Junto a los nombres de quienes hoy han pedido su cabeza, formó parte de la lista anónima publicada en internet de 100 "limpiados para que el pueblo se libre de basura”, atribuida al grupo pseudo terrorista del 16 de abril hallado en Santa Cruz.
Entre la derecha y la izquierda
Amalia Pando está cansada y no es de luchar. Es el cansancio de una eterna guerrillera a la que su modo de no claudicar la deja sin soporte, ése que no surge de la falta de ganas de continuar sino de hacerlo una y otra vez sobre lo mismo, en todos los gobiernos, con todas las variantes y las mismas respuestas, de la derecha y de la izquierda, de los oligarcas y de los populistas. Amalia, que las ha vivido prácticamente todas, debió enfrentar también el inicio de un juicio por racismo anunciado por el Viceministro de Descolonización, en un acto más del colonialismo contemporáneo: cargarle a ella la culpa de las declaraciones de un entrevistado. "Cosa tan absurda que sinceramente no quiero darle la menor importancia porque no la tiene”, dijo Amalia.
La democracia sin instituciones, sin las regulaciones de las libertades y las responsabilidades y su separación de jurisdicciones, da lugar al libertinaje: en todas sus expresiones. ¿A qué órgano podría acudir Amalia para hacer valer su derecho a su verdad, si los hechos a los que se ajusta cada una de las noticias que interpela con datos y fuentes, pasan y vuelven a pasar en la impunidad, en todos los ámbitos, en todas las escalas?
A los 62 años, las luchas de Amalia no dejan de ser las de sus convicciones, si no que la vida le ha agregado otras y valen tanto la pena como las llevadas en hombros, como medallas y en charreteras. Quien disfruta como los mejores momentos del día salir y llegar a casa, como Amalia confiesa, ha conseguido lo que ningún enemigo ni adversario podrá: haberle dado un enorme sentido a la vida.
Ni Charlie Hebdo,
ni Amalia
En estos días, a raíz de su anuncio de entregar "su cabeza” al Gobierno, para que deje en paz a la Red Erbol, surgen los afiches virtuales con "Todos Somos Amalia”, como a principios de 2015, cundió el mundo con "Todos Somos Charlie Hebdo”. Oh, no. No todos fuimos Charlie Hebdo, ni somos Amalia Pando. Hay que tener lo que ponen las gallinas para acercarse a igualar una vida como la de Amalia Pando, hay que tener gruesos lentes para haber visto todo lo que sabe Amalia Pando, hay que tener botines y diccionario para haber vivido las huellas de Amalia Pando.
Ella sabe bien que el poder no se discute, se lo toma. No encontró un proyecto político que la hiciera cruzar la delgada línea del poder de los medios al poder público del Estado. El poder de su propia vida, de su imagen y de su conocimiento de la realidad, sigue en sus manos. Lo va a seguir tomando, por las astas, del lugar que sea.
Ella se va a reinventar. Para acallarla, van a tener que esperar a que le de la gana de morirse y aún ahí, como ella ríe segura, envidiable, orgullosa hasta la vanidad de la crítica que la alimenta, la van a tener que escuchar, con esa voz punzante, grave, ronca, inequívoca, esa que ningún Gobierno puede soportar cuando la verdad duele.
No encontró un proyecto político que la hiciera cruzar la delgada línea del poder de los medios al poder público del Estado.
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