Periodista, escritora e historiadora, Lupe Cajías advierte que la relación entre el gobierno de Evo Morales y la prensa está pasando por un momento de "máxima tensión” y que "la liga se ha estirado tanto”, debido al enfrentamiento, confrontación e insultos de parte de algunos miembros del Ejecutivo, que "está al borde de una ruptura total”.
La expresidenta de la Asociación de Periodistas de La Paz aconseja al Gobierno respetar la pluralidad de voces de la prensa nacional, "escuchar todas las voces y señales”, para erradicar las actuales tensiones.
Como uno de los promotores del comunicado conjunto de las asociaciones de periodistas de Bolivia, Cajías critica la contratación de un periodista argentino por parte del Ministerio de la Presidencia para elaborar un documental en contra de medios y periodistas bolivianos supuestamente integrantes de un "cártel de la mentira”, como los denomina el Gobierno.
Una semana muy complicada en las relaciones prensa-Gobierno: hemos tenido los fallos del Tribunal de Ética, la demanda contra Humberto Vacaflor y hemos conocido el encargo del Ministerio de la Presidencia para la elaboración de un documental en contra de lo que el Gobierno denomina el "cártel de la mentira”. ¿Qué opinas al respecto?
Más que una semana complicada, creo que pasamos al momento de máxima tensión de una relación que ha sido de enfrentamiento, de confrontación y de insultos del gobierno de Evo Morales y de su partido contra los periodistas, tanto a nivel individual como institucional. Tengo la sensación térmica de que se ha estirado tanto esta liga que está al borde de una ruptura total por la acción del Poder Ejecutivo. Creo que el Gobierno no mide las fuerzas y no mide lo que puede ser el corto, el mediano y el largo plazo en la relación con la prensa, en sus formas de comunicación. Nosotros, que tenemos una experiencia de casi 40 años en lo que se refiere a la relación prensa-poder, podemos estar seguros de que los que van a perder y los que van a salir afectados son ellos. Veamos el tema del mal llamado "cártel de la mentira”. De hecho, el mismo nombre ya implica un prejuicio, una confrontación, un rechazo al trabajo de los periodistas, y por ello es que en este momento los periodistas del país y sus instituciones estamos en estado emergencia.
¿Qué opinas sobre los fallos de la justicia y del Tribunal de Ética sobre los casos Vacaflor, Amalia Pando y Cambio? Los dos primeros fueron muy publicitados por el Gobierno, pero hubo silencio absoluto sobre el último.
Humberto y Amalia Pando se han retractado como se les ha pedido. En el caso de Cambio, no sólo es el ataque permanente y cotidiano al alcalde Luis Revilla, sino el manejo que se hace de los medios estatales y paraestatales por parte del Gobierno. El Tribunal de Ética falló a favor de la queja de Revilla, pero el periódico oficial sigue con su campaña contra las alcaldías paceña y alteña. El resto del país no le interesa. Tampoco le interesa ejercer la autorregulación. Hay que destacar que tanto las convenciones internacionales, la Constitución y la Ley de Imprenta garantizan la libertad de prensa, pero al mismo tiempo les ponen límites. Es lo que podríamos subrayar como el "tener que ser” de toda materia que se difunda. El cumplimiento de la ley es obligatorio para el redactor, el editor, el dueño. En cambio, hay un "deber ser” que se refiere a la ética, contemplado en los códigos de ética y que es lo que examinan los tribunales de ética. Ningún periodista ni ningún medio quiere aparecer en fallos de esas instancias porque un periodista basa su profesión en la credibilidad ante la opinión pública. Un medio de comunicación se desarrolla y se expande fundamentalmente por esa credibilidad. Ni el tres por ciento de los lectores de periódicos compra Cambio y seguramente la mayoría lo hace obligada dentro del aparato estatal. Yo lo compro porque es la mejor forma de tener los datos duros de los errores, los horrores, del no-sistema de comunicación del Gobierno.
Los medios estatales son la mejor prueba de cómo el MAS tiró por la borda el largo aprendizaje de tolerancia que habíamos logrado los bolivianos en tres décadas. Tengo el orgullo de haber traído al país la idea del Tribunal de Ética a través de una experiencia con el Pressrat de Alemania, ejemplo de la autorregulación. Es el mejor control para los excesos de la prensa y para frenar sus errores.
¿Funciona la autorregulación?
En general, los medios más serios tienen sistemas de autorregulación y tienen códigos de ética; los medios politizados, no; pero, ¿cuál es el resultado en materia de credibilidad? Lo podríamos medir en una encuesta simple. ¿Quién cree y quién compra Cambio? ¿Quién cree en la Red Erbol? Y si ustedes preguntan: ¿Usted cree en la palabra del Ministro Juan Ramón Quintana? ¿Usted cree en Televisión Universitaria o en el Canal Católico? ¿Cuáles van ser las respuestas? No se trata sólo de mostrar materialmente que se tienen instrumentos de autorregulación, sino de ejercer valores intangibles. Esos valores son los que quedan. La comunicación hay que diseñarla para el corto, el mediano y el largo plazo. Un ministro que pasa y después no será nada, no se interesa por trabajar en la confianza de la población, mientras que un periodista depende de la confianza para mantenerse en su profesión. Sabe que para seguir vigente no puede mentir, ni exagerar, ni insultar.
¿Qué opinas de la iniciativa del Ministerio de la Presidencia para la elaboración de un documental sobre los medios críticos?
Me asombra que el Ministerio de la Presidencia contrate a un periodista argentino, a una persona foránea, para elaborar un documental contra periodistas bolivianos. Yo soy, como todos saben, internacionalista y no creo en las fronteras. Sin embargo, en este caso en particular hay que hacerse varias preguntas: ¿Por qué se contrata a alguien de afuera para juzgar al periodismo boliviano? ¿Qué nos tiene que enseñar? Me preguntó si (el presidente de Colombia) Juan Manuel Santos contrataría a un periodista venezolano para que ataque a la prensa colombiana que cuestionó el proceso de paz; si (el presidente de Ecuador) Rafael Correa contrataría a un periodista peruano para que ataque a la prensa ecuatoriana que ha tenido dificultades con su gobierno. Les aseguro que no pasaría eso.
¿Por qué el Ministerio de la Presidencia tiene que recurrir a una persona que además tiene conflictos de interés en este tema? Todo extranjero en Bolivia, para trabajar, tiene una visa con un objeto determinado, entonces, dentro de este objeto determinado ¿estará hacer documentales contra los periodistas bolivianos por encargo del Ministro de la Presidencia? ¿Con qué fondos lo contrata el Estado boliviano y con qué partida presupuestaria? Este señor ya fue contratado para hacer otro documental sobre el rol de Estados Unidos en Bolivia, cuando deberían dejar ese asunto a los historiadores. Si tanto les preocupa la presencia extranjera, deberían empezar por investigar la presencia de los chinos en el país. Ese sería un buen aporte. Son acciones y errores que van más contra ellos que contra los periodistas, pero han logrado algo bueno: que el grueso de las entidades nacionales de la prensa boliviana se pronuncie en contra del documental, contra su pretendido director y contra su guionista.
Además del comunicado conjunto de las asociaciones de periodistas de Bolivia, varios embajadores europeos se han pronunciado en las últimas semanas a favor del respeto a la libertad de expresión. En el mismo sentido se ha manifestado el Relator Especial para la Libertad de Prensa de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), pero el Gobierno parece hacer oídos sordos ante estas opiniones. El Presidente se limitó a acusar al Relator de haberse sumado al "cártel de la mentira”. ¿Qué opinas al respecto?
Las reacciones del Gobierno son cortas, inmediatas, de emociones no de razones, no sólo en este asunto, sino también en otros, empezando por el referéndum. Ha buscado cualquier pretexto para justificar el resultado negativo. No se ha sentado a mirarse a sí mismo de una forma orgánica. Hay críticas en el pasillo, en el rumor, pero no hacen una autocrítica, porque no está en sus cálculos. Entonces, la reacción inmediata es esa, muy infantil: tú eres mi enemigo, a ti también te voy a atacar, tú no me gustas.
Creo que la primera gran falla está en el Ministerio de la Presidencia. Yo he hecho un trabajo sobre qué ha sido el Ministerio de la Presidencia desde el siglo XIX con diferentes nombres. Es la primera defensa, la primera muralla que protege la majestad de la primera autoridad del país. Después, ¿dónde está todo el sistema de comunicación? No sólo hay que tener una política de comunicación, sino que hay que medir las palabras, hay que saber diferenciar entre lo que es una conferencia de prensa, un briefing, un comunicado, cuándo se hace una conferencia con preguntas, cómo se trabaja con los pools, pero nada de eso existe. La señorita Marianela Paco no tiene la más mínima idea de qué es política de comunicación. Cómo es posible que estemos viendo en la televisión la imagen del liderazgo latinoamericano reunido en Colombia para la firma de la paz, todos de blanco de frente al mar, con una perfección de mensajes comunicacionales, y al lado la foto del presidente Morales con una guirnalda de coca en una reunión sindical, en una imagen que muestra al mundo que el cocalero es más importante que el estadista. Entonces, es un desgaste de una imagen que podría haberse consolidado porque tenía un gran impulso.
Quienes han hecho que esta imagen se desgaste son los equipos que deberían haber preservado al Presidente. Otro ejemplo: ni siquiera había jurado el Presidente de Perú y ya salió la señorita Paco para atacarlo por una reunión con Doria Medina, cuando el presidente del Perú es un posible y necesario aliado en la causa marítima. ¿No era mejor guardar silencio? Y, claro, el Presidente de Perú se fue a Chile. Ahora va a haber un gabinete binacional, pero ya hemos perdido la mitad de la cancha. Las guerras se ganan o se pierden primero en el internet y después en el campo de batalla.
¿Cómo ves los escenarios futuros? ¿Hay el riesgo de una mayor polarización, una mayor intolerancia al pluralismo y a la crítica?
Yo me equivoqué después de las elecciones subnacionales, a partir de las palabras del presidente Morales. Pensé que llegaba el momento de la reconciliación, incluso aposté con varios líderes de opinión, pero perdí la apuesta. Después del referéndum, tengo la certeza de que este tigre herido va a tratar de dañar con zarpazos, porque hay la idea de que atacando al otro se va a fortalecer, pero no va ser así. La visión de la historia nos ayuda a ver el proceso y no solamente la fotografía. Yo creo que la prensa, así sea una trinchera cada vez más pequeña, siempre va a ser un lugar para enfrentar al poder y para decir lo que está sucediendo. Ahora ya es incontrolable que la gente no sepa lo que pasa. Los silbidos al Presidente, como en el clásico Bolívar-Strongest, no fueron difundidos por la prensa tradicional, por los medios "enemigos”, sino que pasaron de celular a celular, en decenas de mensajes que son ya imposibles de detener, como las fotos de los escenarios semivacíos de las nuevas giras que hace el Presidente. Tampoco creo que exista ya la posibilidad de conformar un equipo más profesional que el actual para mejorar los perfiles ministeriales. Al Gobierno cada vez le es más difícil conseguir rostros de notables, por eso prefiere ratificar a los malos y prefiere continuar con el desgaste. Lo que vamos a vivir es un deterioro progresivo, que ya lo estamos viviendo, y no creo que exista ya una política de shock o una salida posible. Lo que queda por saber es si este deterioro va a ser tranquilo o va a terminar en una violencia que se está cargando como lo que hemos visto en la protesta de los cooperativistas y eso es lo que nos alarma.
¿Qué aconsejarías hacer para aliviar estas tensiones que no benefician a nadie, ni al Gobierno ni a los periodistas?
Yo creo que es necesario un viraje muy grande. Creo que el Gobierno debería hacer una autocrítica, convocar a la gente que puede decirle todo lo malo que dicen sobre él, lo que está haciendo mal. El Gobierno debería tener un equipo que le diga la verdad, que lo vuelva a la realidad, porque necesita hacer un análisis. Han pasado 10 años desde el 2006 y todos hemos cambiado, ha cambiado Bolivia y ha cambiado el mundo. Ojalá que el presidente Morales encuentre a su "hombre mil”, ese "hombre mil” de Rudyard Kipling, que nos aconseja, ese ser que nos quiere pero nos muestra que estamos andando mal.
¿Todavía hay espacio para la prensa crítica e independiente?
Yo no creo en el periodismo independiente, yo creo en las múltiples voces. Yo no creo que nadie, ni la Iglesia Católica, funde un medio de comunicación sin un objetivo. Lo hace para difundir sus ideas, su propuesta. Por eso no hablo de prensa independiente, hablo de múltiples voces. Lo que nosotros tenemos que defender es el derecho de todos a tener estas múltiples voces. Si el Gobierno fuese inteligente, lo que haría es distribuir la publicidad entre todas las voces y escuchar a todos. Hasta las piedras, como gusta decir el Canciller Choquehuanca, nos dicen algo cuando bajan por el rio, la luz del sol nos dice si va a oscurecer. Hay que escuchar todas las voces y señales. Yo creo que esto es lo que debería hacer el Gobierno.
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