En el siglo XIX aparecieron las pequeñas ediciones impresas de periódicos alusivos a la Alasita que eran comerciadas en la feria tradicional. Estos pequeños matutinos se han convertido en los elementos que le dan vida a una de las ferias más representativas y tradicionales de la ciudad de La Paz. Dieron inicio a su historia entre 1825 y 1900.
Los impresos circulan año tras año por las calles, todas con un toque de humor satírico. El primero en formato miniatura fue publicado el 24 de enero de 1846 por el periódico La Época.
Aquel pequeño rotativo conmemorativo medía 160 milímetros por 167. Tenía dos columnas y cuatro páginas, según León M. Loza, en su aporte para el libro Alasitas y los Artesanos, de Doris Butrón Ontiveros, donde hace un repaso de la tradición entre 1825 y 1900.
Los primeros periódicos de Alasita tenían la particularidad de señalar como lugar de la publicación a "la Feria de Alasita”, según Butrón. Desde 1846 a 1890 se publicaron 88 mini-rotativos en la ciudad de La Paz, muchos de ellos enfocados a las actividades de los políticos, quienes sufrían ataques directos.
En 1867, La Época decidió no publicar más los periodiquitos por pedido expreso del prefecto, quien "rechazó toda publicación en miniatura que no respete la religión, la moral, el orden y las personas”. De es manera no se publicaron ejemplares en 1873.
Según menciona Butrón Ontiveros, la poesía "con expresiones picarescas” adornaban las páginas de los primeros matutinos conmemorativos a la feria. El Cangrejo, El Mosquito, el Eco de la Libertad, El Estandarte o el Cholo fueron algunas de la ediciones que se publicaron en aquel entonces.
Juegos tradicionales
En el siglo XIV la feria se realizaba únicamente en el lugar donde se instalaba solamente por el 23 y 24 de enero. Desde entonces, una tradición que perdura tiene que ver con los juegos, donde se destacaban las anclas, el juego de la ruleta o los carruseles, que fueron instalados en 1894, según relata Butrón Ontiveros.
En la feria participaban tres tipos de vendedores: los ambulantes, que se dedicaban a la venta de miniaturas y periodiquitos; los vendedores establecidos, dedicados a todo el comercio formal de la feria, como panadería, joyería o carpintería; y también estaban aquellos que únicamente se dedicaban a las rifas, suertes y juegos.
Según menciona la investigación de Butrón y León Loza, hasta esa época no se habían encontrado datos sobre el Ekeko. "Probablemente la figura se encontraba en el sector de chifles o entre las figuras de cerámica”, mencionan.
Sin embargo, la técnica del vaciado de yeso se popularizó a finales del siglo XIX y ahí cambió su forma "con traje occidental” y la figura actual que carga miniaturas propias de la feria.
Según referencias, hace dos siglos se utilizaban piedras pequeñas para la adquisición de miniaturas; luego se pasó a la moneda convencional, denominada "tapa balazo”. Las leyendas, las costumbres y la fe alimentan una tradición que perdura en el tiempo. Los periodiquitos se hicieron una costumbre para la prensa año tras año, los juegos y las artesanías aún son parte de la feria, donde los ekekos definitivamente son elaborados con yeso.
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