Pedro vive en un departamento detrás del zoológico. Allí solo duerme, porque pasa la mayor parte del día en el canal. La atmósfera minimalista de la sala es impersonal: las cosas parecen haber sido colocadas recién: la mesa de vidrio, las velas amarillas, un cuadro decorativo de tres lienzos sobre un sillón poco usado, todo es nuevo; también los portarretratos con las fotos de sus hijos. Se respira soledad. Pedro también dice que la siente. Cuenta que al llegar abre la puerta, enciende la luz y busca alguna mirada. Para salvarse, dirige la vista hacia el casco de su moto en el que está pintado el rostro de una mujer. Explica que cuando era niño sus tareas eran lavar los platos y barrer la casa, y por ello no le cuesta mantener el orden.
Cumplirá 34 años el 1 de noviembre y es uno de los conductores de televisión con más seguidores, pero eso no quiere decir que es un hombre de consenso. “Divide aguas”, admite su socio y productor Sergio Piasek, el hombre que apostó por él cuando había dejado la tele.
Hay quienes critican su estilo; lo califican de ‘chabacano’ y les choca ‘eso de imitar’ a Tinelli, pero ese no es el punto flaco de su carrera, su mayor pecado fue haber golpeado a su pareja embarazada. Argumenta que, paradójicamente, la visibilidad que le da la televisión es lo que al mismo tiempo lo hace frágil.
Gesticula, mueve las manos, imprime distintas tonalidades en su voz, dice algunas frases que suenan televisivas y ‘marquetineras’. Por momentos usa un estilo que recuerda al de los pastores evangélicos. Hay quienes aseguran que su virtud es ‘saber vender su imagen’. Él no niega que le encantaría ser como Marcelo Tinelli y “lograr el poder y la influencia que tiene”.
- ¿Cómo fue su niñez?
- Fui muy libre. Mis padres no me ataron, solo me guiaban, me reprendían por algunas cosas que veían incorrectas. Cuando terminé el bachillerato, casi a los 17 años, salí de casa en busca de mi vida. Tomé una mochila y me fui a La Paz.
- ¿Qué hizo allí ?
- Jugaba en la Tahuichi y había compañeros jugando allá, en equipos de la Primera A. Un dirigente me invitó para ser arquero. La Paz me gustó, me quedé. Eso fue entre el 96 y el 97. Soy un futbolista frustrado, en el buen sentido, porque tuve que escoger entre el fútbol y mi carrera que es Comunicación Social, y porque a los 18 años me tocó ser papá y el fútbol no me daba.
- ¿Cómo entró a la televisión?
- A los 19 años, en un castin. Estaban buscando un co-conductor para el programa Punto Joven, y ahí un amigo me empujó para que me presente. Se postularon como 50 chicos, de los que eligieron a cinco y yo estaba entre ellos, aunque era el más feo físicamente. Llegué tarde, casi lo pierdo, porque no tenía plata ni para mi pasaje. A las dos semanas me llamaron y me dieron un tique para ir a la peluquería.
- ¿Y el periodismo?
- En 2000 me invitaron a la prensa. Mi primera nota fue cubrir el Año Nuevo de los presos en Palmasola y no tuve suerte. El equipo estaba formado por figuras de televisión, yo era un practicante, no tenía ni escritorio. Cuando entregué mi nota, el jefe de prensa preguntó: ‘¿qué es esto?’ y sin verla dijo que no servía y ¡plaff! la tiró. Me quedé callado conteniendo la rabia y la tristeza, no entendía qué estaba pasando. Después, Óscar Vargas (el actual concejal que era presentador entonces y del se dice que fue su mentor), me explicó que entré en un mal momento, que estaban con problemas en el departamento de prensa.
Empecé ganando Bs 500 al mes.
- Ahora, ¿cuánto gana?
- Lo suficiente como para vivir bien. No me preguntes cuánto porque eso lo sabemos mi almohada y yo.
FAMILIA. En su casa del Plan preparan sopa de choquezuela.
- Cuando era niño ¿pensaba en la televisión?
- A algunos amigos les decía que un día llegaría a la televisión y me respondían: ‘No soñés, no alucinés’, en otras palabras, me daban a entender que nosotros vivíamos en el Plan.
- ¿Qué significaba eso?
- Lo que pasa es que crecer y vivir en el Plan era sinónimo de ser menos, porque hasta en el nombre decían barrio marginal.
- ¿Sigue siendo igual?
- No, el Plan ha demostrado que los trabajadores que abastecen las industrias y la mano de obra de la ciudad vienen de allí, la gente es trabajadora, tuvo que construir sus casas con sus propias manos, y ese fue el caso de mi familia. Mi padre es albañil.
- Èl es chileno...
- Mi padre es chileno, hijo de un campesino. Salvador Allende repartió tierras, le dieron un pedazo a mi abuelo y cuando cayó el régimen fueron afectados los sindicatos agrarios; mi padre formaba parte de la juventud del sindicato y tuvo que salir de Chile. Mi mamá es beniana, ama de casa, hacendosa. A mis padres les tengo admiración al extremo (calla y retoma la voz conmovida), ambos siempre estuvieron conmigo y es una deuda que yo tengo con mis hijos, aquí solo tengo fotos y el olor de ellos, nada más.
De repente no me dieron ninguna comodidad, a veces teníamos que comer arroz puro con cebolla picada y huevo, pero no importaba. En cambio, yo tengo esa deuda con mis hijos.
Pedro despidiéndose de su madre, Teresa
- ¿Qué pasó ?
- Mis hijos los tengo en cuatro mujeres diferentes y personas con vidas hechas. Se casaron. Tuve dos divorcios. Claro que yo cumplo con mis responsabilidades.
- ¿Por qué fracasaron tus relaciones de pareja?
- Las cosas no se dieron. En el primer caso, me casé muy joven. Con la segunda no tuve hijos, pero tampoco resultó. Los otros tres hijos, las tuve con otras parejas.
- ¿Ves a tus hijos?
- Al más pequeño lo veo las mañanas del martes y del jueves. Con los mayores me encuentro los fines de semana.
- ¿Piensa formar un hogar?
- Claro que sí, creo en la familia como institución, quiero tener más hijos, pero no sé cuándo será, por ahora estoy completamente dedicado a mi carrera, trabajo los siete días de la semana para salir adelante.
En la mesa de la sala hay unos libros, uno de ellos es el que cuenta la vida de Steve Jobs. Pedro lo muestra, es el que ha estado leyendo últimamente. Asegura que aplicará el concepto de generar productos integrales, como lo hacía Jobs, y comenzarán a producir Cara o Cruz en radio e incluso se hará un libro.
Salimos del departamento. Conduce un jeep Wangler rojo. “Sentir la libertad es esto”, muestra y levanta las manos hacia el cielo mientras su auto avanza. Por el descapotable se puede mirar el cielo y correr contra la brisa. “Cuando tuve mi escándalo, tenía que andar con los vidrios arriba y con el techo”, dice.
- ¿Lo llamas tu escándalo?
- Fue una vergüenza para mí, es algo que me recuerda mi lado horrible como humano.
- ¿Por qué golpeaste a tu pareja?
- Fue una discusión acrecentada por los medios. Pero yo reconozco que hubo un uso de fuerza desmedida por parte mía. Yo no tomo alcohol, por mi pasado futbolero, ¿viste?, ni fumo. La noche anterior había tomado alcohol y fue determinante, pero mal, todo se juntó, los celos, la discusión de pareja... después ocurrió todo lo que se desencadenó. Ella estaba embarazada, de cuatro meses.
- Se dijo que no fue la primera vez y que también tuviste los mismos problemas con tus parejas anteriores.
- Me acusaron de todo. La Defensoría me planteó una querella criminal por tentativa de homicidio y yo digo... después ella presentó un desistimiento y el lío ya estaba calmando. Pidieron mi reclusión en la cárcel de Palmasola porque yo era un sujeto de extrema peligrosidad. ¿Y qué de peligroso puedo tener yo? Cualquier ser humano es peligroso cuando está enajenado, pero los medios exageraron.
- Tiene una hija, ¿qué haría si su pareja la golpea?
- No se puede medir las cosas con la misma vara. Analizaría la situación, trataría de ser lo más objetivo posible, pero sobre todo optaría por resolver la situación sin violencia.
- Dicen que te victimizas...
- No me victimizo. Asumo lo que pasó, la inconducta que tuve, mas no acepto mentiras. Eso ocurrió el 25 de agosto de 2010. Ese día yo dejé la televisión y no pensaba volver nunca más. Todo ese tiempo lloraba y escribía. Fueron cuatro meses. Por eso salió el libro Del cielo al infierno.
- ¿Dejaste la tele?
- Renuncié, por ética. Cuando de niño soñaba con ser presentador de noticias consideraba que ese era un lugar de honor, pero cuando ocurrió el escándalo, todo se destruyó. Yo dije que no estaba en condiciones ni éticas ni morales para seguir. Porque veo que entran modelos y estoy en contra de la pasarela pasan a ser presentadoras o chicos que nunca se formaron ya son presentadores de noticias, todo por una buena apariencia, y creo que el presentador no solo tiene que tener una buena apariencia, tiene que tener una integridad de vida. Ese puesto tiene que ser para las buenas personas y periodistas, no para los bonitos solamente.
- ¿Volvería a ser presentador de noticias?
- (Calla) Tal vez en el futuro, pero ahora estoy en el formato de entretenimiento y también me gustaría hacer periodismo y salir con la productora con algún producto boliviano al exterior.
- Dice que los medios agrandaron el problema, ¿tienes enemigos?
- Sí, hubo gente que se aprovechó de mi desgracia y también mucha gente que me quiere fuera de la televisión. Allí dentro, las cosas no son fáciles, nadie en el mundo de la televisión es trigo limpio, tienen sus intereses.
- Hay gente que te critica, ¿cuáles son tus defectos?
- Dicen que soy prepotente, un intolerante, especialmente cuando trabajo. Pero no, cuando ya me conocen tienen otro concepto.
SU SOCIO
- El escándalo que tuvo Pedro por pegarle a su mujer lo mantuvo cuatro meses fuera de las pantallas. Sergio Piasek, un bonaerense de 51 años que trabajaba en PAT, convenció a los ejecutivos del canal para contratarlo.
- Le propuso a Pedro hacer una talk show y él le dijo que no era Laura en América, pero Sergio argumentó que lo que él había vivido era un ‘talk show’. Entonces nació Del cielo al infierno, que fue trasmitido hasta diciembre de 2011.
- A principios de este año, Piasek y García retornaron a la Red Uno, como productores, con el programa Cara o Cruz y recientemente comenzaron con un show de los domingos, Uno para todos.
- Piasek explica que cuando veía a García trabajar en la competencia, le tentaba buscarlo porque creía que podía trabajar con él y aprovechó su abrupta salida.
- Piasek no acepta críticas al estilo de televisión que realiza. “No hacemos una tele de mal gusto, no chabacana. Para nosotros no está mal pensar en la masividad, no es sinónimo de falta de calidad, una televisión abierta tiene que pensar en mucha gente”, dice.
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