Cada día es más notoria la presencia de cholitas en medios masivos audiovisuales; es un espacio que se han ganado en esta lucha por la democratización de las comunicaciones. Primero se han visibilizado a través de la radio conduciendo programas bilingües defendiendo el folclore boliviano y presentando el ranquin de las interpretaciones de bandas musicales; luego aparecieron a la televisión como bailarinas, reporteras e, incluso, saltaron de la pantalla a la palestra política. No es raro ver algunas películas bolivianas protagonizadas por cholitas.
Hoy asumen nuevos roles en la televisión. Es admirable verlas defendiendo la culinaria nacional preparando deliciosos platos que come el pueblo y degustan turistas internacionales. Han surgido las cholitas modelos para lucir obras maestras de las artesanas que confeccionan polleras multicolores. No es extraño que una cholita conduzca el noticiario central de una red nacional y realizar entrevistas en profundidad. Hay que reconocer que, algunos medios, las utilizan como “adornos simbólicos” sin asumir roles protagónicos.
Aprendieron a hacer periodismo a través de esfuerzos individuales. El desafío es profesionalizarse en el lenguaje de los medios y desarrollar contenidos destinados a públicos pertenecientes a su “identidad cultural”.
Están haciendo televisión para auditorios urbanos, pero uno de los avances más significativos será la producción de programas para los públicos en sus pueblos.
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