A raíz de una prolongada enfermedad hepática, falleció ayer en la ciudad de Santa Cruz el periodista Óscar Peña Franco.
Cecilia Peña Viscarra, hija del comunicador, informó a la red ERBOL que el también exministro de Informaciones no pudo soportar el tratamiento en la clínica Incor y desde el lunes pasado estaba en reposo en su domicilio.
Peña nació el 6 de enero de 1936 en la localidad de Vallegrande y desde muy joven estuvo vinculado con los medios de comunicación del país.
Durante el Gobierno del exdictador Hugo Banzer Suárez fue exiliado a Buenos Aires (Argentina), lo que curiosamente le permitió trabajar como jefe de redacción en el periódico Cronista Comercial.
Fue ministro de Informaciones en la gestión gubernamental de Lidia Gueiler Tejada y también se desempeñó como embajador boliviano en Cuba en la década de los años 80.
El abogado e internacionalista Fernando Salazar, en un artículo publicado en el diario El Deber sobre la expresidenta Lidia Gueiler Tejada, recuerda que los aciagos días posteriores al 17 de julio de 1980 le tocó junto a Juan Lechín Oquendo y Óscar Peña Franco estar presos en una habitación al frente del despacho del jefe de Inteligencia del Ejército, coronel Faustino Rico Toro.
Virtudes
El exdirector del desaparecido matutino Hoy, Víctor Toro Cárdenas, destacó las virtudes de Peña al indicar que hizo un “periodismo impecable”. “Era muy pulcro en el manejo del lenguaje periodístico, fue bastante disciplinado y lo notaba riguroso en la manera de enfocar la noticia”, afirmó.
Peña Franco también trabajó en El Diario y asumió funciones de director en la cadena televisiva ATB, tanto en La Paz como en Santa Cruz. Fue uno de los ganadores del Premio Nacional de Periodismo, que está instituido desde 1989 por la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP).
Sus restos mortales serán trasladados hoy al cementerio Las Misiones, de la capital oriental, a las 15:30. Su último artículo lo escribió antes de que se deteriore su salud, en noviembre de, 2009, y titula “Sienten, luego existen”, en el que se refiere al ascenso de las masas indígenas en el país.
“Esas comunidades existen, aunque la falta de ecuanimidad procure negarlas. Aquí y ahora, el país de los que piensan está dividido entre los deseos que incuban unos y la realidad que ven otros, separados unos de otros por el distinto valor que atribuyen, según de quienes se trate, a las elucubraciones de gabinete o al terco sonido de la calle”, señalaba.
“ Los pobres están en las comunidades indígenas de oriente y occidente, en las escarpadas laderas paceñas y en los remotos anillos de Santa Cruz que usted y yo conocemos apenas de vista. ¿Y aún así se puede negar que las comunidades indígenas existan y los movimientos sociales”.
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