Ni bien se imprime la primera prueba de la tapa de Página Siete, Humberto Santander corre y revisa celosamente la página. "Faltan ajustar los colores, aún las fotografías no están nítidas” grita y de inmediato su compañero ajusta la rotativa.
"A veces imprimimos más de 500 ejemplares de prueba. El objetivo es conseguir que la tapa del periódico salga perfecta”, cuenta Santander, quien es parte del equipo de producción de la rotativa de Página Siete, que funciona en El Alto.
Son las 2:45 de la madrugada y este operario espera con ansias imprimir el último ejemplar de la primera plana de Página Siete. "Es un trabajo sacrificado por el horario, pero de alguna manera me siento afortunado porque soy el primero en leer las noticias del día”, comenta.
Santander comienza su jornada laboral a las 21:00, a partir de esa hora imprimen los primeros pliegos del periódico. Sin embargo, el trabajo para imprimir el diario que llega a la gente arranca antes de las nueve de la mañana, cuando los editores coordinan con los reporteros la cobertura de la jornada.
El otro momento clave sucede a las 11:00, cuando el editor del área define con la jefatura de redacción los enfoques y el espacio para cada una de las notas. A partir del mediodía, luego de la cobertura, llegan poco a poco los periodistas de todas las áreas a la sala de redacción. Ahí se comienza a "tejer” las notas.
Antes de eso, el equipo de diagramación diseña a detalle las páginas de todas las secciones. Las últimas en crearse son las de la sección de Nacional y Al Cierre. A las 15:00, en la sala de redacción sólo se escucha el tecleado de las computadoras y el timbre de los teléfonos.
A las 19:00, la dirección convoca a los editores a la reunión para definir los titulares de la tapa del día siguiente. Ahí cada uno de los jefes de sección propone y de alguna manera pelea para que una de sus notas sean destacadas en la tapa.
Casi a esa hora, los equipos de diagramación y sistemas envían los primeros pliegos de la edición al área de pre-prensa, quienes de inmediato mandan las páginas a la planta de impresión de El Alto. Concentrado, Juan Tangara espera la llegada de las páginas enviadas vía correo electrónico.
Una vez que llega el primer pliego de la edición al área de producción, Tangara filma las páginas en placas de metal a través de un equipo especial. De cada una saca cuatro copias para combinar los colores: rojo, azul, amarillo y negro. Luego, sigue el proceso de revelado y corte de las placas. Entonces, grita un técnico: "Ya están listas”, y acto seguido sus compañeros -entre ellos Santander- colocan las placas en los rodillos de la rotativa y ahí inicia la impresión del matutino. Entonces, el ambiente es impregnado por el olor a tinta y papel, y el ruido de la máquina.
Atentos, Santander y los otros técnicos vigilan la impresión. Una vez que salen de la rotativa, otra máquina se encarga de cortar las páginas.
Rápidamente, cinco jóvenes inician el proceso de compaginado y ordenan los periódicos. "Es un trabajo un poco estresante porque a veces la rotativa imprime las páginas velozmente y tenemos que acelerar el armado de las páginas a ese ritmo”, contó Alison Cruz.
Luego, la joven y sus otros compañeros cuentan el número de ejemplares y los entregan a la sección de distribución. A las tres de la madrugada irrumpen en el galpón tres jóvenes de ese equipo. Uno de ellos es Roly Ontiveros, quien lanza una sonrisa que parece decir "ya estoy listo”. Lo primero que hace al llegar es leer el periódico de principio a fin. "Tengo que revisar las novedades para ofertarlas a los canillitas”, comenta. Mientras tanto sus compañeros cargan los ejemplares al camión.
"Hay que llegar los más pronto posible”, susurran sus compañeros, y sin más preámbulo a las 4:30 de la madrugada salen del galpón de El Alto rumbo a la calle Loayza de La Paz . En el lugar, una hilera de compradores -los canillitas de más cuatro sindicatos- esperan la llegada de los periódicos.
Ajetreados, los jóvenes acomodan los miles de ejemplares en la calle y establecen una especie de escritorio para recibir a los clientes. "Suboficiales y sargentos de FFAA se declaran en paro”, lee uno de los canillitas y dice: "Este tema dará mucho de que hablar, creo que compraré más ejemplares”, sonríe. A las ocho de la mañana, el equipo de distribución ya concluye la venta. Casi a la misma hora, los redactores de Página Siete se alistan para iniciar una nueva jornada.
Canillitas de La Paz destacan el crecimiento del periódico Página Siete
"Es increíble que Página Siete ya cumpla cuatro años. Es un periódico joven y que se ha levantado en tan poco tiempo”, aseguró Máxima Villegas, canillita de la zona del Gran Poder de La Paz.
Villegas es una de las vendedoras de periódicos que a partir de las cinco de la madrugada espera impaciente la llegada de los diarios paceños, en la calle Loayza de La Paz. "Página Siete poco a poco ha ganado espacio y es muy requerido los domingos y jueves”, sostiene la vendedora, quien se cubre del intenso frío con chalinas y polainas.
No es la única, su colega Justina Llanos comentó que para ellos es una sorpresa que este diario haya ganado tanta trascendencia en tan pocos años. "Cada día, Página Siete crece y gana más lectores. La gente pregunta y adquiere este diario”, comenta Llanos, mientras espera en la fila para adquirir el periódico.
El miércoles, a partir de las cinco de la madrugada, decenas de vendedores de periódicos hacían fila para comprar Página Siete y los otros periódicos paceños. En medio del frío y el viento, los canillitas llegaban en taxis para adquirir los periódicos. Una vez que recogen los productos, algunos los cargan en bultos, en bolsas de yute y cajas de cartón.
"Tengo que abrir mi puesto a las siete de la mañana. A partir de esa hora ya vienen mis clientes y compran sus periódicos”, sostuvo otro de los canillitas, quien espera por más de dos horas para comprar los diarios.
Durante la fila, Villegas y Llanos recordaron el día en que por primera vez Página Siete salió en circulación. "Para nosotros fue una sorpresa, ya habían rumores y aún estamos incrédulos de que salga un nuevo diario. Por eso, Llanos asegura que desde ahora: "No podemos irnos sin ejemplares de Página Siete porque son reclamados por nuestros caseros”, asegura Llanos.
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