El día le queda corto a Daniel Pesce, o al menos así parece. Y es que el hombre que por las mañanas cocina en La batidora, en las tardes graba jingles, en las noches conduce Yo me llamo y que los viernes canta rock en un boliche, es también un devoto padre de familia y un amante de los audiovisuales. El argentino, que pisó por primera vez el país hace 27 años como vocalista de Los nuevos Iracundos de Burgues, se quedó por amor al rock y abrazó las oportunidades que se le presentaron. Actualmente trabaja en un nuevo disco y tiene en mente proyectos en la TV, aunque sabe que no estará ahí para siempre.
¿Por qué te quedaste en Bolivia?
Aunque mi apariencia diga lo contrario, a mí siempre me gustó el rock. Cuando vine al país con los Iracundos me presentaron a Glenn Vargas, fui a su estudio y quedé maravillado. Le conté que tenía algunas canciones –entre ellas Levantate vago-, así que grabamos y la repercusión fue enorme. En 1989 formamos Track y en ese proceso nació Ave fénix que se convirtió en una canción icónica. Yo me sentía como un ‘pesce’ en el agua.
¿Y cómo se da el salto a la TV?
Hace 13 años entré como músico a La batidora (Unitel), pero de a poco me fui incorporando en la conducción. Les gusté y me gustó.
Debe ser difícil mantener un tren de vida tan agitado...
Soy hiperactivo. Sé que alguna vez tendré que dejar la TV porque hay gente joven que necesita ocupar el espacio, pero me resisto a pensar en dejar la música. No es difícil cuando todo lo que hacés te gusta. Por ejemplo, a mí me atraen los desafíos y por eso acepté salir en Yo me llamo. Admito que me cuesta mucho ser serio y a veces no quiero ni verme en la pantalla porque siento que la presión por mantenerme en el papel hace que cometa errores ‘infantiloides’. En la música, toco los viernes en Canta Bar y con Glenn estamos trabajando en un nuevo disco. Ya hay siete temas listos y, en un mes y medio, cuando termine el ‘reality’, me voy a dar tiempo para trabajar de lleno en eso.
¿Hay Daniel para rato en la pantalla?
La TV es muy cruel en ese aspecto: a rey muerto, rey puesto. La gente olvida rápido, pero es así como funciona. Mi trabajo me encanta, es un trampolín para otras actividades, pero no me vuelve loco ni me desespera. Yo voy a morir en la música, todo lo demás es coyuntural.
También tenés varios ‘éxitos’ comerciales en la radio
Tengo una productora con la que hacemos publicidades para una empresa y jingles para la radio. En mi casa tengo un estudio de grabación -que mi esposa e hija aceptaron a regañadientes-, que lo aprovecho para eso. He hecho unos 100 más o menos.
Tus actividades te llevan a estar en contacto con diferentes públicos...
Sí, y con algunos tengo conflictos que debo asumir. Por ejemplo, los roqueros no admiten que en la mañana yo me ponga a bailar o a cocinar en el programa.
¿Te critican?
Algunos lo hacen con buena onda y otros no tanto. Hace tiempo me afectaba un poco la situación y trataba de no mostrarme, pero ahora no importa: el que me quiera, que me quiera como soy. Yo me siento cómodo.
Recién cumpliste 50 años, ¿cómo los recibiste?
Mi cerebro sigue en los 20, no he tenido cambios traumáticos ni pensamientos filosóficos al respecto, mi coeficiente no da para tanto (risas). La cifra pesa, pero sigo haciendo lo mío y aún tengo ganas de hacer más
Grande ayer, hoy y siempre
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