De repente interrumpe la entrevista, mira a un colega en la televisión y expresa: “Y después a mí me dicen marica”. Siempre frontal, polémico y con el humor de ‘gordito bonachón’, Javier Vargas no se guarda nada y escupe al mundo sus verdades al cumplir 10 años en la pantalla de Megavisión.
Es imposible conversar con él y no enterarse de algún chisme. Cuenta que vienen de una familia de comerciantes, que ayudaba a su abuela a vender gelatina de pata y que “sin querer” se comía algunas. Es el segundo de cuatro hermanos y aún vive con sus padres. Tuvo sobrepeso toda su vida, pero a los 14 años empezó a reunir los 137 kilos que carga actualmente, a sus 35 años de edad.
La pinta es lo de menos
Afirma que hace cuatro años le detectaron hipertensión arterial, pero está contento de ser “gordo y feo”, porque le da un distintivo en la televisión. “Entiendo que una persona delgada y bonita es atractiva para un canal, pero también una persona gordita y morena es interesante si tiene conocimientos y simpatía”, sostiene. “Por supuesto que me he sentido discriminado, pero tengo personalidad. Cuando te aceptás tal como sos, es más fácil sobrellevar los ataques”, añade.
Es un aficionado de las revistas de moda y farándula, que lee desde su adolescencia, cuando sufría de acoso escolar por su talla. Empezó en canal 11 contestando llamadas y después dio un salto a canal 7, y más tarde a Sitel, y después a Megavisión. Era coordinador y periodista de farándula en la revista matinal. Un día se enteró de que Desirée Durán y Andrea Abudinen se agarraron de las mechas en un boliche. Vanesa Moreno, su jefa, en ese momento lo puso en el set para presentar ‘la primicia’ y desde entonces comenta los chismes y los espectáculos en el canal 18.
“Hay el prejuicio de que el periodista de farándula es homosexual, porque comentamos sobre moda, eventos sociales, fiestas o la vida privada de los famosos. Pero es parte de nuestro trabajo, si la gente lo piensa, ni modo, me da igual, yo no soy homosexual y no me afecta si consideran lo contrario”, asegura.
Javier tuvo dos concubinas y una de ellas le preguntó si era gay, eso lo deprimió, pero su personalidad no le permite deprimirse. “Me he enamorado tanto de mi trabajo que no me di cuenta de que pasó el tiempo y mis amigos están casados y tienen hijos. Pero mi trabajo ha sido mi mejor corteja, la que me ha sido fiel, la que me ha dado más placeres y satisfacciones”, afirma.
Las chinelas y los shorts son un tema aparte en la conversación. “Es que me gusta estar cómodo y a veces tengo que correr de un lugar a otro para hacer notas y no me da para cambiarme. Pero me da vergüenza llegar así a los eventos sociales, y ya me han llamado la atención, pero tengo que cumplir con mi trabajo”.
Vos sos un gordo bueno
Javier no quiere convertirse en una figura como Don Francisco u Oprah Winfrey, él quiere llegar a tener su propio negocio. “Mi aspiración no es terminar en la televisión, sino desarrollar una carrera en márquetin, tener una consultoría de ventas por televisión”, explica.
Confiesa que tiene debilidad por la comida picante y los platos nacionales. Además, afirma que no tiene enemigos, aunque ha recibido amenazas por lanzar sus primicias. “No me preocupan esas cosas”, dice. “Pero si pasa algo, que lo hagan conmigo, con mi familia no se metan”, advierte.
A Javier le sorprende que tanta gente le demuestre cariño, lo respete como profesional y esperen escuchar sus opiniones. Y es que no hay secretos, solo su autenticidad brutal
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