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martes, junio 14, 2016
Pedro Rivero, el periodista mayor de Santa Cruz
Santa Cruz está de duelo. Ha muerto uno de sus íconos del periodismo, don Pedro Rivero, director del diario mayor, El Deber, el cual dirigió desde 1965. La vida de Papeyo, como lo llamaban sus seres queridos, se apagó el lunes en la madrugada, después de soportar una larga enfermedad.
Don Pedro había cumplido 84 años, de los cuales más de 60 los había dedicado al periodismo. "El periodismo es algo que llevo en la sangre, esa es la única explicación; es una especie de alimento espiritual para mí”, solía decir el periodista que nació en Santa Cruz de la Sierra el 19 de octubre de 1931.
Así tal vez intentaba explicar el porqué después de haber estudiado un año de Medicina en Cochabamba y haberse graduado como abogado en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno, finalmente acabó siendo reportero. Es que don Pedro nació con la esencia del periodismo en el corazón. La muestra es que desde estudiante de colegio comenzó a editar un periódico estudiantil.
"Comenzó a recibir un sueldo de periodista en 1961, cuando fue contratado como redactor del diario Progreso. Sin embargo, el periodismo lo había enamorado antes, en los tiempos en los que era un flacuchento estudiante del Nacional Florida. Allí editaba El Tijeretazo, un periódico colegial en el que mezclaba bromas en prosa y en verso y comentarios serios sobre la juventud y el estudio”, se lee en un artículo de El Deber, el periódico de don Pedro, donde los periodistas desataron las letras para expresarle a su gran maestro su admiración y agradecimiento.
"Para que no se olviden de dónde venimos”
En 1965, después de haber pasado por la redacción de La Estrella del Oriente como director, asumió las riendas de El Deber. Entonces el medio de comunicación era prácticamente un diario artesanal hecho por Pedro Rivero y su familia.
Desde La Paz, la periodista Lupe Cajías recuerda cómo don Pedro compartió con ella los recuerdos de esos tiempos.
"Me mostró la foto de sus hijos, pequeños, sencillos, correteando para entregar a tiempo los ejemplares de aquel periódico que sus padres sacaban cada día con todos los esfuerzos económicos y personales. ‘ Para que no se olviden de dónde venimos’ comentó, mientras recordaba los años difíciles en un Santa Cruz aún polvoriento y aldeano, cuando tocaba meter a toda la familia para lograr redactar artículos, componerlos en una antigua imprenta, tener listos los ejemplares al alba y venderlos uno por uno”, escribió la periodista a modo de homenaje de Rivero.
Lupe Cajías también recuerda que don Pedro no guardaba para sí ningún mérito, se los atribuía a su amada Rosita (Rosa Jordán), su esposa. Se casó con ella antes de graduarse como abogado. Juntos tuvieron cinco hijos: Guillermo, Pedro, María del Rosario, Sonia y Juan Carlos.
El periodista escritor
El director del diario mayor también fue escritor y es recordado como uno de los autores que se propuso recuperar y revalorizar la forma de hablar de los cruceños. En su producción bibliográfica destacan Los gorriones del barrio, su primera obra que editó a los 69 años. También están Las tres perfectas solteras, Empate a tres y
Que Dios lo tenga donde no estorbe.
El Cóndor de los Andes
Su trayectoria le valió para varios reconocimientos, no sólo en su región, sino en Bolivia entera. En 1996 el Estado boliviano lo reconoció con el Cóndor de los Andes, en 1995 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo y en 2010 la Asociación Nacional de la Prensa le otorgó el Premio a la Libertad.
Don Pedro llegó a ser miembro de la Academia Boliviana de la Lengua y representó a Bolivia como embajador en Francia y en la Unesco, en cuyo escenario hizo sonar los violines de Urubichá.
Hoy su pueblo lo llora. La Gobernación declaró duelo departamental de dos días. Su entierro será a las 11:00, seguro que las campanas de la catedral cruceña no dejarán de tañer.
El periodista mayor
Nacimiento Pedro Rivero nació en Santa Cruz, el 19 de octubre de 1931.
Legado Dirigió el periódico El Deber de 1965, cuando el medio de comunicación era prácticamente artesanal y logró posicionarlo como uno de los diarios más prestigiosos de Bolivia.
Escritor Pedro Rivero deja también como legado varios libros en los que recupera y revaloriza la cultura cruceña.
Reconocimiento En 1996 el Estado boliviano lo distinguió con el Cóndor de los Andes.
¿Por qué don Pedro se hizo querer?
Tuffí Aré/ Jefe de Redacción de El Deber
Se ausenta nuestro líder por el llamado del Creador, pero queda su inmortal mensaje en cada uno de los espacios de su Redacción, que lo admira y quiere. Se va el maestro irreemplazable que supo construir un espacio de expresión de la pluralidad nacional. Don Pedro amó a Dios, don Pedro amó a su familia, don Pedro amó a su tierra, don Pedro amó a su país, don Pedro amó a la humanidad. Don Pedro amó su vocación, don
Pedro amó a sus lectores, don Pedro amó a su periódico. Y amar tiene siempre su recompensa: don Pedro se marcha amado.
Por la oficina de don Pedro pasaron cada día y durante décadas enteras decenas de personajes famosos e influyentes, pero también cientos de ciudadanos de a pie que necesitaron alguna vez la atención de su valiosa palabra. Pasaron por ahí los que pensaban como él, pero también los que discrepaban de su opinión. A todos les dio el mismo trato generoso y tolerante. Vetar fue una palabra prohibida en su conducta cotidiana. Como escribió ayer alguien al despedirlo: "Estaba lejos de mi ideología, pero bajo su batuta escribimos todos sin recortes. Y eso en prensa es un gran mérito. Se va un grande de la prensa”.
Por sus gestos y frutos los conoceréis. Don Pedro decía que no tenía empleados en su empresa, sino "colegas”. Al volver de sus viajes, sus colegas desfilábamos uno por uno en su oficina para recoger el lapicero, el perfume o el souvenir que nos traía como regalo. Detalles. Don Pedro celebraba sus cumpleaños con la tamborita y sus colegas, a los que también consideraba su familia. Detalles. Don Pedro aparecía de pronto en la Redacción de sus colegas con unas salteñas y refrescos costeados por él. Detalles. De detalles, gestos y frutos está hecha la vida.
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