Últimamente, algunos canales de televisión (por el afán de diferenciarse de los demás) han optado por incorporar elementos de dramatismo y ficción en sus sectores informativos. Es así que, en lugar de informar de la forma tradicional, se dan a la tarea de “narrar” algunos hechos noticiosos con actores e imágenes en lugar de los personajes reales.
Los presentadores anticipan una nota periodística y enseguida aparece el titular correspondiente, pero en lugar de explicar los hechos, se presenta imágenes borrosas (distorsionadas a propósito) de actores que dramatizan los hechos.
La intención es buena, sin embargo la narración visual es pésima, lejos de informar se desinforma a la población. El televidente promedio tiene que esforzarse para entender lo que está viendo, tiene que intentar dar sentido a la narración.
En otras palabras, estas dramatizaciones (en lugar de despejar dudas sobre los sucesos del día), provocan más incertidumbre.
No responden a las clásicas preguntas de ¿qué pasó?, ¿quién o quiénes están involucrados?, ¿cómo ocurrió?, ¿cuándo pasó el hecho?, ¿dónde ocurrió? y ¿por qué ocurrió lo que ocurrió?
Sólo apelan a la provocación de los sentidos y, muchas veces, al morbo de la población.
Como innovación está excelente, pero como información genera mucho “ruido comunicacional”, es decir provoca confusión y entropía (la entropía es el nivel de caos o desorden en los mensajes).
Para que los televidentes se informen correctamente, las notas periodísticas deben ser claras, concisas y coherentes.
Si la población no comprende lo que pasa… estamos desinformando en lugar de informar.
(*) Director de Xperticia, empresa de asesoramiento y capacitación en Comunicación.
(Sigue a Gabriel Astorga y Xperticia en Facebook)
No hay comentarios:
Publicar un comentario