El pasado lunes 6 de marzo el periodismo deportivo boliviano perdió a un relator sin par: falleció intempestivamente Manuel López Almendras y se apagaron frases llamativas y hasta punzantes que le daban un estilo diferente a la narración dominante de los años 60 y 70.
Formado en la Escuela de Relatores de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), Manuel combinaba el estilo de los relatores de ese país con algunas “muletillas” que aprendió en el país.
“Agárrate catalina” solía decir para describir alguna jugada inminente del gol e inmediatamente deslizaba su característico “mamita querida”.
Era muy frecuente escucharlo decir “a otra cosa mariposa”, cuando se trataba de alguna jugada excepcional y que merecía ser remarcada en el relato.
Los goles que cantaba concluían irremediablemente con una especie de epitafio para el equipo que recibía esa anotación y una exaltación para el plantel y el autor de la jugada.
Además, era implacable a la hora de criticar la baja calidad de los futbolistas, a veces con exageración y sin tomar en cuenta que el futbolista es también humano y, por tanto, falla.
A los que no perdonaba era a los dirigentes del fútbol, a quienes acusaba insistentemente por el bajo nivel del fútbol nacional y de su poca visión de renovación.
Defensor a ultranza de las divisiones inferiores, no se cansaba de lanzar dardos contra los dirigentes que hace más de tres décadas se olvidaron de la formación, de “sembrar para cosechar”.
Bajo la influencia de los programas argentinos, que se nutren de entrenadores o exfutbolistas para comentar con mayor conocimiento de causa las estrategias y los sistemas del fútbol, abrió las puertas del programa “Gente de fútbol” a varios directores técnicos que hoy son figuras estelares en la radio y la televisión nacional.
Pasaron por “Gente de Fútbol” entrenadores como Sergio Apaza, Oscar Sanz, Luis Orozco, Ramiro Vargas, Miguel Sanabria y recientemente Víctor Barrientos, con quienes polemizaba sin tregua, también en los programas diarios.
Dicen que cuando una persona muere, la gente dice inevitablemente que era una buena persona, no hay muerto malo; en el caso de López Almendras, como le gustaba que lo llamen o “pajarito”, uno de los apodos de su niñez, en su natal Villazón, fue un luchador y un triunfador, quizás le faltó algo de suerte para descollar aún más, pero quedan periodistas jóvenes que se formaron con él y que han decidido seguir su huella.
Sólo hasta siempre López Almendras y allí donde estés seguí gritando goles y amando el fútbol: tu gran pasión.
* Rubén Sandi Lora es periodista.
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