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martes, agosto 04, 2020
Nano Cartagena, el periodista deportivo que pasó de la cancha a la cocina
Juan José Urruti fue su maestro parrillero. Pero él ya tenía otra formación. “A plan de palo”, Fernando Cartagena aprendió a cocinar en su adolescencia. Con los años, hizo de la gastronomía su pasión. Por eso no le fue difícil tomar la decisión de emprender su negocio: “Monumental Cartacho”, la empresa familiar del periodista deportivo y fotógrafo que pasó de la cancha a la cocina.
“Fue una iniciativa de mis hijos mayores Diego y Daniel. Ellos decidieron meterse de lleno porque saben que en Cochabamba me conocen en la cocina”, explicó Esteban Fernando Cartagena, un periodista deportivo cochabambino que debido a la pandemia puso en pausa su otra querencia, el fútbol.
Nano Cartagena (cen.) en uno de sus días de mercado.
Foto: Fernando Cartagena
Desde hace cuatro meses, los fines de semana ya no son los mismos para Cartagena. Ya no se escucha su grito de “gooooooooool” en el Félix Capriles . “Es una pausa. Cuando el fútbol vuelva, seguiré relatando en Panamericana”, aclaró el cochabambino de 51 años de edad que en este tiempo aplica sus conocimientos para preparar pescado tambaqui a la parrilla, costilla de cerdo a la parrilla y lechón al horno, todo con su “sazón original”.
“Juanjo Irruti me enseñó a cocinar a la parrilla. Las carnes son su especialidad”, contó Cartagena al recordar al futbolista argentino que jugó en Wilstermann de Cochabamba en 1993, luego de haberse convertido en uno de los ídolos de Bolívar a finales de los años 80 y principios de los 90 del siglo pasado.
Cartagena es conocido en el Valle por su “buena mano en la cocina”, algo que aprendió en su infancia. Su madre vendía refresco hervido en la calle. “Como ella salía, yo tenía que cocinar. Vivía sólo con mi mamá. Con el cariño que se daba antes, a plan de palo, aprendí a pelar papa”, rememoró Cartagena, entre risas.
El oficio que aprendió en casa también lo llevó a buscar trabajo a sus 15 años. “Me ofrecí como empleado doméstico”, rememoró. Esa parte de su vida lo llevó a descubrir otra ocupación que con el tiempo entró en su galería de pasiones, la fotografía.
Cartagena con su esposa Susana y sus cuatro hijos.
Foto: Fernando Cartagena
“A mis 15 años trabajé en el diario Opinión, me contrataron para barrer. Eso duró un día. Porque luego me pidieron que saque fotografías. Fui a una entrevista de un señor que estaba descubriendo una cura para un tipo de cáncer. A los jefes les gustaron mis fotos y me quedé”, mencionó al especificar que ese episodio ya cumplió 35 años. El mes pasado, el fotoperiodista se despidió de La Razón, diario en el que trabajó por dos décadas.
“Seguiré en la fotografía. Me llaman de medios internacionales para que los colabore y en este tiempo también me dedico a eso”, aseguró Nano, que por su experiencia también es contactado por universidades para que dicte talleres.
En su nuevo oficio, Cartagena también es delivery, si “hay demasiados pedidos”. Entre sábado y domingo, su empresa reparte aproximadamente 70 platos. “Trabajamos a pedido”, especificó Nano, que en una de sus salidas se encontró con una niña que le ofreció 50 limones a cambio de leche. “Eso me impactó. Le di tres bolsas. Nunca más supe de esa niña”, se lamentó el padre de Diego, Daniel, María Fernanda y Carlos Fernando y esposo de Susana. El equipo Cartagena le pone sazón al Monumental Cartacho que se alista para jugar en las grandes ligas.
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