— ¿Cómo llegó a CNN?
— Trabajaba en PAT, entonces la noticia internacional se dio por los narcovínculos en el gobierno de Jaime Paz Zamora. Como PAT salía por cadena Sur, me contactaron de CNN y me pidieron un reportaje sobre esa noticia. Me dijeron que si salía en extenso, era bienvenida en CNN. Esa tarde, Jorge Gestoso me presentó como nueva corresponsal de CNN en Bolivia. Ya pasaron 17 años.
— ¿Cómo se mantuvo tanto tiempo en CNN?
— Es una tarea simplemente de transparencia, ética y profesionalismo, son tres pilares claves y el resto es lo que ves en la pantalla. Eso me ha mantenido, claro que con esfuerzo y dedicación.
— Fue testigo de muchos cambios en este tiempo.
— He visto pasar políticos, poderosos, muchos procesos..., pero lo que más sorprende es la gente humilde, su calidad, su lucha, su esfuerzo y, soy sincera, he aprendido más de ellos. Además tengo la gran satisfacción de mostrar a nuestro país como es, controversial, lleno de cambios, a veces conflictivo, pero eso es Bolivia y es parte de nuestra identidad.
— ¿Son muy exigentes con usted en CNN?
— La única presión que tengo es de horarios, porque es una cadena que confía en el profesionalismo de su gente.
— ¿Aún se sorprende con alguna cobertura?
— Jamás debemos perder esa capacidad. Además, el periodista no debe perder su calidad humana por la noticia, hay que saber cuándo decir al camarógrafo que deje de grabar y ayudar. No debemos permitirnos jamás perder eso.
— ¿Cree que algunos periodistas han perdido esa calidad?
— Yo creo que hacer de la tragedia un negocio es lo más bajo que puede haber, yo puedo contar una noticia sobre un asesinato sin necesidad de mostrarte el cadáver. Creo que lo más importante es siempre informar con la verdad.
— ¿Algún reportaje que la haya marcado hasta ahora?
— Uno que hice para Primer Impacto de Univisión, sobre doña Juana, que tenía que cargar a su hijo con retraso y parálisis, él ya adulto. Iban por las calles pidiendo limosna y contamos su historia. Yo esperaba que llegue un poco de ayuda, era casi Navidad y justo salió la nota en el programa. El teléfono no paraba de sonar desde ese momento. Fue tal la colaboración de la gente que ahora doña Juana tiene su anticrético en El Alto, su negocio, una cuenta de ahorros y ya no tiene que parar en la calle (cuenta entre lágrimas).
— ¿Esta profesión le dio poder?
— La comunicación es poder, pero hay que saberlo utilizar. Ésta es una profesión de servicio y lo más hermoso es poder cambiar vidas con ello.
— ¿Su familia la ha acompañado?
— Sí, tengo dos hijas, una de 19 años y otra de 12. Mi esposo, más que esposo es mi compañero, no tiene miedo de mis éxitos.
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