EL DIARIO (Especial).- En los albores del año 1904, cuando la República de Bolivia aún soportaba las inclementes connotaciones económicas, políticas y sociales que había dejado la herencia de la Guerra de los Quince Años, hasta lograr nuestra independencia en 1825, en la ciudad de La Paz, sonaba un nuevo eco ciudadano: EL DIARIO, fundado aquel 5 de abril, por el ilustre José Carrasco Torrico, hombre que reflejaba en sus actos y en su pensamiento, el ideal de la época: universalidad del conocimiento.
La visión de José Carrasco Torrico fue entonces, frente a las costumbres de pequeña ciudad y de sus clases acomodadas, dueñas de haciendas y también de vidas, un oasis no sólo para Bolivia, sino para la América Latina que también despertaba rumbo al primer centenario independentista.
Oasis, porque EL DIARIO impulsaba desde sus primeras ediciones, libertad del conocimiento, libertad de expresión y de empresa, libertad y respeto al pensamiento y por lo tanto, la libertad del individuo como célula de la sociedad boliviana.
La ciudad de La Paz, entonces una urbe pequeña que mantenía casi intactas las costumbres y hasta la distribución de los barrios, la sobrevivencia de las iglesias y de carruajes que remontaban a la Colonia, escuchaba atenta el pregón de los primeros voceadores: “!EL DIARIO, EL DIARIO!”.
En EL DIARIO, la población ilustrada leía las principales noticias políticas, económicas en particular, las de “sociedad” que contaban opulentas fiestas; avisos de viajeros al interior del país y a Europa, que entonces representaba la bella ciudad de Paris. Expresarse en francés, de hecho fue un símbolo de clase, de cultura y de comunicación tete-á-tete, entre damas y caballeros.
EL DIARIO, también en esos lejanos días, dejó para la historia de Bolivia, el contraste social: junto a las famosas fiestas en salones privados, se difundían avisos que hoy serían imposibles: alquiler de “pongos” con un cuero adjunto para dormir y huano seco, para cocinar sus propios alimentos.
Rastreando sólo los avisos de EL DIARIO, podríamos escribir en detalle la ideología y la distancia que separaba a las clases sociales de La Paz y de la nueva República de Bolivia y qué decir de las noticias sobre sucesos palaciegos y tendencias políticas de enfrentamiento entre liberales y republicanos.
EL DIARIO es a mi juicio, la historia diaria de nuestra amada Patria Bolivia durante un siglo y once años seguidos hasta el día de hoy y, continuará vigente por generaciones.
También, en sus mesas de redacciones y de periodistas, las que usamos hoy quienes trabajamos en este monumento a la Historia Viva de Bolivia, escribieron la noticia y opinión ilustres de la talla de Franz Tamayo, Carlos Medinacelli, el connotado sociólogo Gustavo Adolfo Otero, cuya obra cumbre “Historia social del Coloniaje” sigue vigente y muchísimos otros hombres y mujeres cultos y aferrados a la continuidad nacional.
Los seguidores sanguíneos de don José Carrasco Torrico, fueron renovando la posta para mantener, sin desmayo, hoy incluso, la publicación de nuestro matutino.
A 111 años de 1904, continúa escuchándose el primer grito de “¡EL DIARIO, EL DIARIO!” y detrás de este viejo y renovado pregón, va la lista de los demás diarios y medios de comunicación escritos de La Paz y del resto de nuestro territorio.
¿Por qué, sigue martillando con éxito el pregón: “¡EL DIARIO, EL DIARIO!” más de un siglo después de fundado? He aquí algunas razones objetivas. Primero, a nivel internacional y hoy, por vía internet, EL DIARIO es considerado por su más que centenaria existencia, un medio de comunicación digno de credibilidad.
La opinión pública internacional, investigadores, sistemas gubernamentales de América Latina, de Europa y del mundo, aceptan como verídicas las noticias y temas de opinión difundidos en las páginas de EL DIARIO. Este es un acápite de pertenencia exclusiva de EL DIARIO, frente a cualquier otro medio de origen boliviano.
EL DIARIO es sin duda alguna, un referente de seriedad y de veracidad que, en los 111 años de trabajo que cumple este 5 de Abril 2015, constituye una institución reconocida por su valentía e imparcialidad, en absolutamente todos los niveles de la sociedad boliviana.
¿Cómo no creer a EL DIARIO si éste ha sobrevivido un siglo, vadeando ríos de aguas profundas, huracanes sociales y hasta tempestuosos cambios políticos ocurridos en tantos años en la Historia de Bolivia? La opinión pública internacional valora esta cualidad de EL DIARIO y por ello, utiliza noticias, opiniones e investigaciones difundidas en sus páginas.
Destacamos el valor cualitativo de EL DIARIO: su credibilidad aprobada durante 111 años. Tras unos que, para nuestro medio de comunicación entrañan: 1.- Objetividad- imparcialidad que desnaturaliza cualquier intento de subjetividad, de tendencia económica, ideológica o política. Todas las notas son respaldadas con versiones relacionadas con la noticia lo que equivale a noticia-contra noticia. Es decir, imparcialidad.
El segundo 1: Respeto a la fuente noticiosa independientemente de su postura, respeto al ciudadano que hace noticia, a la institución que dio origen a la noticia o al comentario. EL DIARIO no miente porque respeta a las fuentes de información y a sus lectores nacionales e internacionales.
El tercer 1: Como política propia, reivindica el retorno al Pacífico desde su fundación a nuestros días. No existe mes, en estos 111 años, en que las páginas de EL DIARIO dejaran de tratar el objetivo patrio: reivindicar las costas del Pacífico ocupadas desde 1879.
EL DIARIO es el testimonio escrito del anhelo de miles de bolivianos y de generaciones continuas que exigen una salida al oceáno Pacífico. El seguimiento de la cuestión marítima boliviana en La Haya es testimoniada paso a paso, en EL DIARIO 2015.
Las vicisitudes cotidianas, el chantaje político, el amedrentamiento, las presiones anónimas contra nuestros periodistas y la Dirección de EL DIARIO, pasan como las nubes empujadas por el viento.
Pero, queda la verdad del comportamiento de regímenes y de políticos como registro imperecedero que, un mañana cualquiera, sirven para el tema histórico y en muchos casos, para que la Justicia esgrima su espada si es el caso, contra las corrientes de turno que se repiten como una letanía, en estos 111 años.
Mientras escuchemos el clásico pregón: “EL DIARIO, EL DIARIO!” sabremos que la noticia imparcial, oportuna y en particular, creíble y respaldada por 111 años de diaria existencia, vive en las calles de La Paz, salta en los nueve departamentos y hace, realmente noticia, en la opinión pública internacional.
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