Hans cáceres Es el cerebro detrás de programas como No Somos Ángeles (NSA), Baile de estrellas y Operación Fama. Odiado y admirado, el productor chileno asegura que no le teme al fracaso y que está muy orgulloso de su éxito. Cree que la televisión en Bolivia se ha vuelto más competitiva.
— ¿Se siente el rey Midas de la televisión?
— (Ríe) Yo diría que es una responsabilidad y un problema a la vez. Siempre estoy en el ojo de la tormenta, no tengo margen de equivocarme porque hay una cantidad increíble de gente que ve lo que hago. Es una mochila que tengo puesta desde hace 12 años.
— ¿Le gusta generar polémica?
- Las polémicas siempre estuvieron ahí, sólo que antes no se atrevían a sacarlas en televisión. Yo no busco la polémica, tengo cinco periodistas y ellos buscan la información, yo soy el director del programa. Ellos están a las dos de la mañana buscando noticias, yo a esa hora estoy durmiendo en mi casa y, a veces, soy el último en enterarme de lo que pasa. Tengo varios asistentes y un gran equipo.
— Mario Méndez es uno de los más tenaces de su equipo, ¿no estaba enojado con él cuando dejó ‘En Hora Buena’?
— Yo no, él es un chico talentoso. Me pidió una oportunidad y, cuando hubo el espacio, se la di.
— En NSA se maneja mucho el término de noticias exclusivas, ¿esto es importante para usted como productor?
— Es la aspiración de todo productor, a nadie le gusta ser segundo, a todos nos gusta ganar y no ser plato de segunda mesa. Uno siempre quiere dar el primer golpe porque es algo que el público valora, porque la gente sabe que va a tener lo que quiere ver. Una exclusiva tiene valor en rating y en auspicio. Son golpes periodísticos.
— NSA es blanco de muchas críticas por su formato, ¿cómo maneja estos comentarios?
— El formato que hago es algo que se viene haciendo de tiempo atrás, entonces no sé por qué la necesidad de satanizarlo, yo no he creado nada. Yo sólo he adaptado formatos que ya existen. La gente elige lo que quiere ver y el público puede ser muy infiel por el control remoto, que para mí, es el invento más desgraciado (sonríe). El público ve programas y no canales, así que cuando dejas de gustarles te cambian y uno tiene que estar pensando siempre en cómo hacer para que regresen.
— ¿Por qué dejó Chile?
- Yo sentí que mi aporte iba a ser más importante aquí. Ahí fluye el talento, hay mucha competencia y uno está ahí nomás.
— ¿Cuánto ha cambiado la televisión en Bolivia, según usted la ve?
— La gente ya se da cuenta de cuándo un programa tiene producción o no, de cuándo tiene contenido o no, pero hay algunos retrasos todavía. La tele se ha vuelto competitiva.
— ¿Eso es bueno o malo?
— Se parece a lo que se hace en otros lados, no digo que sea bueno, pero ha generado otros espacios. Los canales se están poniendo las pilas. Uno no compite para perder sino para ganar y creo que eso está más en serio y para triunfar, a veces, debes generar nuevos refuerzos o robarlos, es parte del negocio.
— ¿Alguna vez fracasó en alguna producción?
— Casi siempre me ha ido bien, un programa que no funcionó mucho fue Al límite, en Unitel, que estuvo cuatro meses al aire.
— ¿No le teme al fracaso?
— Yo estoy preparado para el fracaso, cuando salí de Unitel pasé un año sin trabajar. La tele sigue funcionando sin uno y así entendí que nadie es imprescindible en este negocio, porque al contrario de lo que muchos creen, la televisión es la que te deja y no al revés.
— Si no fuera productor, ¿qué haría para vivir?
— No sé hacer otra cosa que televisión, si pudiera hacer algo más, de seguro lo haría, porque, a veces, me canso y me estreso.
— ¿Qué le falta a la televisión boliviana?
- Le falta programas estelares, no existen y quizás me anime a hacerlo.
— ¿Se siente el rey Midas de la televisión?
— (Ríe) Yo diría que es una responsabilidad y un problema a la vez. Siempre estoy en el ojo de la tormenta, no tengo margen de equivocarme porque hay una cantidad increíble de gente que ve lo que hago. Es una mochila que tengo puesta desde hace 12 años.
— ¿Le gusta generar polémica?
- Las polémicas siempre estuvieron ahí, sólo que antes no se atrevían a sacarlas en televisión. Yo no busco la polémica, tengo cinco periodistas y ellos buscan la información, yo soy el director del programa. Ellos están a las dos de la mañana buscando noticias, yo a esa hora estoy durmiendo en mi casa y, a veces, soy el último en enterarme de lo que pasa. Tengo varios asistentes y un gran equipo.
— Mario Méndez es uno de los más tenaces de su equipo, ¿no estaba enojado con él cuando dejó ‘En Hora Buena’?
— Yo no, él es un chico talentoso. Me pidió una oportunidad y, cuando hubo el espacio, se la di.
— En NSA se maneja mucho el término de noticias exclusivas, ¿esto es importante para usted como productor?
— Es la aspiración de todo productor, a nadie le gusta ser segundo, a todos nos gusta ganar y no ser plato de segunda mesa. Uno siempre quiere dar el primer golpe porque es algo que el público valora, porque la gente sabe que va a tener lo que quiere ver. Una exclusiva tiene valor en rating y en auspicio. Son golpes periodísticos.
— NSA es blanco de muchas críticas por su formato, ¿cómo maneja estos comentarios?
— El formato que hago es algo que se viene haciendo de tiempo atrás, entonces no sé por qué la necesidad de satanizarlo, yo no he creado nada. Yo sólo he adaptado formatos que ya existen. La gente elige lo que quiere ver y el público puede ser muy infiel por el control remoto, que para mí, es el invento más desgraciado (sonríe). El público ve programas y no canales, así que cuando dejas de gustarles te cambian y uno tiene que estar pensando siempre en cómo hacer para que regresen.
— ¿Por qué dejó Chile?
- Yo sentí que mi aporte iba a ser más importante aquí. Ahí fluye el talento, hay mucha competencia y uno está ahí nomás.
— ¿Cuánto ha cambiado la televisión en Bolivia, según usted la ve?
— La gente ya se da cuenta de cuándo un programa tiene producción o no, de cuándo tiene contenido o no, pero hay algunos retrasos todavía. La tele se ha vuelto competitiva.
— ¿Eso es bueno o malo?
— Se parece a lo que se hace en otros lados, no digo que sea bueno, pero ha generado otros espacios. Los canales se están poniendo las pilas. Uno no compite para perder sino para ganar y creo que eso está más en serio y para triunfar, a veces, debes generar nuevos refuerzos o robarlos, es parte del negocio.
— ¿Alguna vez fracasó en alguna producción?
— Casi siempre me ha ido bien, un programa que no funcionó mucho fue Al límite, en Unitel, que estuvo cuatro meses al aire.
— ¿No le teme al fracaso?
— Yo estoy preparado para el fracaso, cuando salí de Unitel pasé un año sin trabajar. La tele sigue funcionando sin uno y así entendí que nadie es imprescindible en este negocio, porque al contrario de lo que muchos creen, la televisión es la que te deja y no al revés.
— Si no fuera productor, ¿qué haría para vivir?
— No sé hacer otra cosa que televisión, si pudiera hacer algo más, de seguro lo haría, porque, a veces, me canso y me estreso.
— ¿Qué le falta a la televisión boliviana?
- Le falta programas estelares, no existen y quizás me anime a hacerlo.
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