Hace cuánto tiempo que los medios de comunicación dejaron de ser intermediarios para convertirse en protagonistas del escenario social. Actualmente las opiniones de los comunicadores pretenden convertirse en referencia para que la ciudadanía forme sus propias ideas.
Ante esto, la tarea del comunicador es manejar con manos de seda toda la información, pues le corresponde convertir lo cotidiano en novedoso. La faena del periodista, más que perseguir la nota es llevar al público a descubrir que las situaciones que le rodean son las suyas, que las necesidades que se expresan y las soluciones que se plantean requieren de la participación de todos para avanzar.
Sin embargo, la falta de respeto con que se conducen muchos de los profesionales de la comunicación nos demuestra que esa realidad está muy lejos de alcanzarse. La desvergüenza, la aceptación de prebendas, el sometimiento a intereses económicos, el culto al dinero son actitudes que se evidencian día a día.
El periodista influye en la conciencia de la sociedad, tiene una responsabilidad política e ideológica; por lo tanto, ese sentido de responsabilidad debe obligarle a ir más allá de la presentación escueta de hechos, a verificar los datos, contrastar las fuentes, averiguar y presentar los antecedentes, el contexto y las consecuencias del hecho noticioso.
Entonces el ejercicio profesional del periodista tiene sus cimientos fundamentales en el hecho de suministrar información a la comunidad en la que actúa de manera veraz, objetiva y oportuna y de ponerse al servicio del bien común.
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