Registraba sus números en cuadernos. Con marcadores y lápices apuntó los datos y cifras más importantes del balompié boliviano. Lorenzo Carri, el maestro del periodismo, el estadístico de fútbol más importante del país, murió a los 79 años, después de sufrir un cáncer que afectó su salud desde hace cerca de un año.
Hace apenas unos días, Lorenzo Carriquiriborde habló con su amigo Mario Cucho Vargas. “Seguramente fumó sus dos últimos cigarrillos conmigo, (...), dos días después lo hospitalizaron”, recordó el periodista.
Carri, como era más conocido, nació en Pasteur, provincia de Buenos Aires, Argentina, el 5 de septiembre de 1933. Llegó a La Paz el 31 de octubre de 1959. Cucho Vargas recuerda que una semana después de su arribo comentó lo siguiente a sus amigos, al referirse a la ciudad: “Tenían razón, no camino más rápido, pero respiro como nunca lo había hecho, y hasta tengo ganas de fumarme un pucho (cigarro)”.
En su libro 50 Años de la Epopeya, Cucho Vargas contó que Carri era un “burrero”, un adicto a las carreras de caballos.
Cuando llegó a la sede de Gobierno lo primero que preguntó era si había un hipódromo para seguir su pasión.
Cuando le tocaba hablar de fútbol no podía eludir su simpatía por Estudiantes de La Plata y de jugadores de la década del 60 como Sozaya, Negri, Infante, Ogando o Pellegrina.
Su primera aparición en los medios en Bolivia fue en la radio El Cóndor junto a Saúl Abdelnur, allí conoció a Enrique Sandrini, un actor de radioteatros, y participó en una obra radioteatral en la que se atrevió a escribir algunos libretos. Los que le conocían también aseguran que era un aficionado al juego del cacho.
Vargas aseguró que una tarde de mayo de 1961 lo invitó a tomar un café en la confitería Galey del hotel La Paz, en la avenida Camacho.
“Hablamos de literatura, caballos y de su fanatismo por Estudiantes de La Plata. Nació una sintonía inmediata y lo incorporamos al programa La Verdad desde la Cancha, y con él pusimos a andar la revista semanal Panorama”.
“Íbamos al estadio con una máquina de escribir portátil, cuando yo relataba, él escribía, y a la inversa.
Teníamos un motociclista en la puerta del estadio que llevaba el material a El Diario, donde (se) imprimía El Diario de la Tarde, que a la conclusión del partido ya estaba a la venta para todos los aficionados, agotando las respectivas ediciones”.
Luego del campeonato que consiguió Bolivia en 1963, Carri y Cucho Vargas se preguntaron: “Y ahora qué hacemos”. Entonces nació la inquietud de hacer una revista nacional en radio Nueva América en la que reclutaron a los periodistas Marcelo Archondo y al que Carri consideró su hermano, Miguel Velarde Tapia. El programa se emitía de lunes a viernes a las 23:00, que pese a la hora acaparaba la atención de la ciudadanía.
“Jamás dejamos de compartir un café, en conversaciones inacabables de todo, hasta de fútbol. Coincidimos en admirar a Piazzolla, los versos de Jorge Luis Borges y el inolvidable tango Yuyo verde cantado por Alberto Morán. Carri llegó a un país que no conocía, nadie más que él supo a qué, y aquí se quedó en el corazón y admiración de los bolivianos”, añade el periodista Cucho Vargas.
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