E s una corona. Para Roberto Navia recibir el Premio Libertad Juan Javier Zeballos Gutiérrez representa un honor a su carrera que no solo engloba la lucha por este derecho. También le recuerda al gran ‘maestro de la palabra’, periodista que le da su nombre al galardón. Juan Javier fue un buen amigo al que tuvo la oportunidad de conocer y entrevistar en su departamento de La Paz antes de su muerte. A días de tener en sus manos la estatuilla Navia comparte su lucha y los gajes del oficio.
¿Qué te dicen los 16 años de experiencia periodística sobre la lucha por la libertad de prensa?
Que es algo constante. Independientemente de que el Gobierno sea de derecha, de izquierda o dictatorial. El periodista que investiga siempre es una persona que incomoda porque busca revelar lo que el poder económico y político esconde. La libertad es como el aire, nadie puede privarte de respirarlo.
Después de publicar una verdad incómoda, ¿hay algo que te haga inmune a las personas que intentaron manipularte para que no salga a la luz?
Desde el momento en que se publica una noticia ya no pertenece al periodista ni al medio, sino que se convierte en patrimonio de la sociedad. La credibilidad es nuestro escudo protector y la publicación es el resguardo para decirle al corrupto que su poder tiene límites, es un salvoconducto.
Las represalias que surgen tras publicar información pueden temerse porque, cierta o no, pueden ocasionarle problemas al periodista, ¿alguna vez te has visto afectado?
Lucho porque cada párrafo que escribo esté comprobado. Alguna vez he recibido amenazas de juicios que quedaron en nada. Cuando investigué sobre la corrupción después del terremoto de Aiquile. Publiqué los nombres y apellidos de las personas que se embolsillaron las donaciones que hicieron los países y la comunidad boliviana para su reconstrucción. Al periódico llegaron los hijos de uno de los que había denunciado exigiendo que me retracte. Les mostré la documentación que respaldaba lo que había escrito y se fueron calladitos.
Cuando estoy por publicar ato todos los cabos sueltos y contrasto fuentes, consulto un abogado e incluso le pido al editor que esperemos un día más para confirmar datos. A veces, en el trajín de la alocada coyuntura, no existe esa posibilidad, pero hay que intentarlo
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