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domingo, marzo 30, 2014
El periodista Roberto Navia es premio libertad 2014
Tenía el rostro serio y preocupado cuando ingresó a la oficina del director ejecutivo de EL DEBER, Pedro Rivero Jordán. Su voz se escuchó temblorosa, tímida y hasta temerosa.
Roberto Navia Gabriel (39) interrumpió su vacación anual al escuchar el llamado de Rivero para visitar de prisa la oficina de la Dirección, la tarde del 25 de marzo, y sus pensamientos rondaron los peores escenarios hasta que estuvo sentado en un cómodo sillón de cuero y rodeado de los principales editores de periódicos del país.
La sonrisa retornó cuando escuchó de la presidenta de la Asociación Nacional de la Prensa (ANP), Ana María Tineo, que una asamblea de los Medios Asociados había votado por unanimidad para entregarle el Premio Libertad 2014.
Solo los sonidos de las cámaras fotográficas se combinaban con sus primeras palabras de incredulidad por la noticia. Para el periodista de investigación los premios han sido la gratificación a 16 años de trabajo en EL DEBER, y uno de ellos es el Premio Ortega y Gasset de Periodismo 2007, obtenido en España y otorgado por el diario El País.
La ANP entrega la estatuilla que representa a la Libertad desde el año 2007, y la distinción fue entregada inicialmente al cardenal Julio Terrazas. Al periodista Alfonso Prudencio Claure (2008), al director de la Agencia de Noticias Fides (ANF), José Gramunt de Moragas (2009), al director y fundador del diario EL DEBER de Santa Cruz, el periodista Pedro Rivero Mercado (2010).
Un año más tarde, la antropóloga y comunicadora Carmen Beatriz Ruiz Parada (2011) recibió el premio al igual que monseñor Tito Solari (2012) y monseñor Nicolás Castellanos Franco (2013).
Hijo de un carpintero y de una familia que migró hasta Bermejo (Tarija) desde su natal Camiri, Navia eligió el difícil camino de la investigación periodística, a la que agrega su talento para la literatura, un rasgo que distinguió la carrera de comunicador iniciada simultáneamente a los estudios en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno.
Un periodista no tiene precio
Tras la sorpresa, una sesión de fotos y las preguntas de rigor con respuestas certeras y avivadas por la emoción de la noticia. Muchos jóvenes periodistas querrán saber ¿cómo se llega hasta la meta que alcanzaste?, pregunta el entrevistador y Navia no duda en afirmar: “La formación, la honestidad y la lucha contra la corrupción son los pilares de este noble oficio. A lo largo de la carrera periodística seguro que habrá gente que intentará realizar tentaciones y amenazas para que no se publique una noticia, pero la firmeza debe ser constante para hacerles saber a estas personas que un periodista no tiene precio, que no se rinde ni se vende, jamás”.
Por un momento reflexiona y habla del significado de la estatuilla que recibirá. “El premio, en lo personal, es un canto a esa lucha a favor de la libertad de prensa y en contra de todo aquel poder económico o político que intenta callar o que oculte la verdad debajo de la alfombra”.
El periodista premiado enfrentó al poder político y corrupto, y tiene muchas historias que contar. “Ha habido casos en los que me han puesto dinero, me han ofrecido tres o cuatro veces. “En una ocasión me pusieron –dinero- en el bolsillo de la camisa y me encerraron en una habitación para que calle una noticia. Yo agarré el dinero y se lo tiré en la cara y la noticia se publicó con mayor intensidad”, recuerda.
Una autoridad llegó a enviarme hasta una mujer rubia para que me seduzca y cosas así. Obviamente no caí en esos intentos de soborno, de seducciones. La ética es a prueba de todo y si un periodista pierde la ética, es un condenado de muerte en este oficio”, dice a manera de sentencia.
Dolor al narrar las historias
“Sentí desplomarme, tuve que hacer mucho esfuerzo para seguir escuchándola, no había forma de aliviar ese dolor”, dice con tristeza al recordar la entrevista que realizó a una mujer sobreviviente del accidente aéreo en la pista de la beniana Riberalta, en noviembre pasado. El relato correspondía a la madre de la niña que murió quemada en el interior de la nave siniestrada donde perecieron otras siete personas.
Cada pasaje de las historias que recogió y escribió tiene el drama, la emoción de compartir desenlaces felices o la incertidumbre del siguiente capítulo. Aún retiene en su memoria las imágenes de las inundaciones y el derrumbe de un enorme cerro que mató a 10 personas en Rurrenabaque (Beni), en enero pasado, pero no olvida al padre que perdió en segundos a seis miembros de su familia”. ¿Cómo mirarle a la cara al hombre que perdió todo y cómo contar la historia después?”, se pregunta hasta ahora y su voz se debilita.
Las noticias felices
En el otro extremo, siente satisfacción al contribuir con sus investigaciones al cambio de situaciones. Como efecto de las indagaciones para el reportaje Esclavos made in Bolivia, donde denuncia la condición de servidumbre, explotación y trata de ciudadanos bolivianos en talleres de confección de Brasil y Argentina (EL DEBER, 22/07/06), el Gobierno argentino, alertado por el trabajo periodístico, cerró seis talleres ilegales y liberó a las personas esclavizadas.
También ayudó a un anciano que en el fin de sus días deseaba escuchar jazz y beber un sorbo de wiski. La noticia escrita por Navia sacudió la sensibilidad de un lector que llevó la bebida escocesa para hacer realidad el último deseo. Muy lejos, en la frontera con Paraguay, descubrió a un hombre, el único vigilante de la frontera, junto a sus vacas moribundas por falta de agua. El solitario y quebrado ganadero expresó a Navia la decisión de marcharse y abandonar la tierra reseca, pero la historia publicada despertó el interés de un empresario que llegó hasta la región con una bomba de agua.
La tarea periodística consiste en “hacer que los olvidados de la vida, la gente de abajo y que no tiene acceso a un micrófono, sea puesta en evidencia para que exista ante los lectores y deje de ser anónimas”, comenta
Para saber
Sus reconocimientos
En 2007 recibió el Premio Ortega y Gasset de Periodismo, en España.
En bolivia
La Asociación de Periodistas de La Paz premió sus crónicas en 2005 y en 2006.
Sus inicios
Trabaja en EL DEBER desde 1998.
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