El miércoles 21 de diciembre, la redacción de EL DEBER recibió una carta de Alfonso Prudencio Claure, en la que decía que dejaba de escribir la columna titulada La noticia de perfil, que inició en 1958, a raíz de su delicado estado de salud.
La determinación del periodista paceño, que durante más de 50 años firmó la famosa columna bajo el seudónimo de Paulovich, fue recibida con pesar por los trabajadores de esta casa periodística, que desde junio de 2003 (ver carta de presentación) tuvo el honor de contar entre sus páginas con el particular estilo que Prudencio venía plasmando en sus artículos publicados en los principales diarios del país.
Más allá de la pesadumbre, la decisión del autor era por demás de comprensible, pues su creciente problema de la vista le impedía seguir escribiendo su columna en su vieja máquina de escribir, como lo venía haciendo sagradamente desde siempre.
Seis décadas de oficio periodístico y un público lector, que abarca varias generaciones, lo hicieron merecedor del Premio Nacional de Periodismo, que obtuvo en 1999 y el Premio Libertad que la Asociación Nacional de la Prensa le otorgó en 2008. Las razones eran más que suficientes para que Brújula se traslade a La Paz, para hablar con esta institución del periodismo en Bolivia.
Luego de que acudiera a su cita con el oftalmólogo, Paulovich nos recibió el martes en su domicilio del barrio de los periodistas en la Zona Sur paceña. Simultáneamente fuimos recibidos por el autor de La noticia del perfil, y por su esposa Pilar, protagonista e inspiradora de sus historias.
Antes de iniciar la entrevista, Paulovich comentó que conoció a su mujer cuando fue a estudiar a España, donde se casó con ella. “Le mentí un poco para poder traérmela a Bolivia. Le dije que era minero, aunque ella pensaba que era alguien como Hochschild o Patiño. Pero yo era minero porque me juntaba con unas minas urbanas en El Prado”, aclaró con su particular chispa.
Y es que la familia de Paulovich (tiene tres hijos) ha sido su gran apoyo, sentimental y moral durante toda su vida y muchos más en estos momentos en los que ha tomado una de las decisiones más difíciles de su vida.
Carta de presentación a EL DEBER
Paulovich
A partir de hoy, esta columna aparecerá en este periódico y no todos sus lectores me conocen, por lo cual quisiera presentarme diciendo “soy Paulovich, perdone la pequeñez” y quiero establecer una amistad no muy confianzuda con usted.
Escribo con algo de humor para que la gente me lea en serio y no incurrir en el papelón de algunos de escribir en serio y que la gente se ría. A veces, personas que recién me conocen adivinan en mi rostro cierto aire de melancolía o tristeza, lo cual es probable, porque en el fondo de un verdadero humorismo hay algo de amargura, desencanto, desilusión y tristeza, lo cual no quiere decir que me haga el Garrik, actor de la Inglaterra, sino que muchas ilusiones se me fueron y tal vez haya permanecido en mí la tristeza de no ser un santo.
Como escribo desde hace muchos años, siento que mi estilo ha evolucionado pues antes fui agresivo y torpe y sarcástico, y al leer mis viejas crónicas reconozco que pude hacer daño a muchos personajes solemnes y levudos y que presumían de honestos revolucionarios.
Entonces suelo exclamar, ¡qué bárbaro fui, yo no sé cómo no me rompieron a palos! Hoy soy más indulgente porque creo conocer más el alma humana y perdono a muchos porque sus vicios y defectos se parecen a los míos. Tal vez algunos se sorprendan al advertir que muchas de mis crónicas saldrán de diálogos que sostengo con mi mujer, a quien suelo llamar ‘la hispanoparlante’, no sólo porque ella nació en España sino porque ella me enseñó a hablar bastante bien el español y también a escribirlo. A través de esta crónica les presento a la señora Pilar. Como sería feo escribir seis días a la semana hablando siempre en primera persona tengo, gracias a Dios, algunos parientes que me ayudan a dialogar. Se los presento por orden de importancia: mi tía Encarna, natural de Cochabamba, tierna e inteligente. Es la mayor de mis tías y fabrica un estupendo dulce de durazno con pepas. Mi Tía Ohmaygad, bilingüe y enamorada de Miami, donde aprendió a decir tomando la frase maravillosa de ¡Oh my God! Alguna vez dialogo con mi tía Semáforo, llamada así porque nadie la respeta a partir de las diez de la noche.
Por último, también les presento a mis tíos Huebastián y Pelópidas, que representan a nuestro universo solemne y algo boludín. Eso sería todo.
De perfil
- Vida. Alfonso Prudencio Claure nació en La Paz en agosto de 1927. Realizó sus estudios escolares en el colegio San Calixto. Se graduó de la Escuela de Periodismo en Madrid.
- Familia. Casado con María Pilar Guerrero Rodríguez, tuvo cuatro hijos: Paulo (+), Pilar, Alfonso y Ángela Prudencio.
- Labor. Ha trabajado en los diarios Presencia, Hoy, Última Hora, La Razón, El Mundo, EL DEBER, Los Tiempos, Correo del Sur, El Potosí y La Patria.
- Libros. Ha publicado Bolivia, typical país, Rosca, Rosca, ¿qué estás haciendo?, ¡Cuán verde era mi tía!, Memorias de un joven puro, Conversaciones en el motel y Diccionario del cholo ilustrado y Manual del perfecto negrero.
Realmente es una pena el retiro del periodismo de este GRAN ESCRITOR.. su humor y su carisma y mas que todo su SINCERIDAD (sin pelos en la lengua) me llevaron muchos años a leer sus columnas. Escuche en una entrevista que le hacian que talvez se anime a escribir(si asi se puede decir) a travez de un equipo computador al que pueda dictarsele... ojala se de y pronto... mientras tanto te extrañaremos PAULOVICH
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