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viernes, marzo 01, 2013
Héctor Uriarte. Tiene 23 años y es presentador de Al Día, de Bolivisión
— ¿Cómo se siente de presentador de la revista Al Día?
— Aún con nervios cada vez que entro en el set, siempre emocionado y para mí es como la primera vez. No me la creo estar en una red nacional.
— ¿Siempre quiso ser periodista?
— Siempre, siempre soñé con esto. Eso sí, lo de presentador se dio sin querer y ha sido una bendición de Dios. Comencé en Canal 13 y ahora estoy presentando variedades en Bolivisión y en las tardes, ayudo a postproducir el noticiero.
— Es joven, ¿no siente que eso es un problema entre los colegas y las fuentes?
— A veces, pero yo sé ganarme a los entrevistados, además tengo colegas que me ayudan. Creo que me gané la confianza de la gente.
— ¿Siente que es maduro?
— Creo que el hecho de haber vivido solo me ayudó, ahí te das cuenta de que estás por tu lado y debes ocuparte de todo, ya eres responsable de ti mismo y el haber fomentado esto es algo que le agradezco a mi mamá.
— ¿Cómo fue su infancia?
— Trágica, porque me operaron a los cuatro ños de la vesícula; luego, a los cinco, de las amígdalas. Fui uno de los primeros niños al que le hicieron laparoscópica en el país. Me la pasé meses internado, la bilis me salía por los ojos, creo que se debió a que mi mamá renegaba, porque mi papá... es una historia aparte y todo eso repercutió en mí y fue muy duro en medio de dolor, llanto, médicos e internaciones. Pero Dios me salvó, un día mi mamá me llevó a una iglesia donde oraron por mí y mejoré, y hasta el día de hoy estoy bien.
— ¿Por ello es tan devoto?
— Cristiano no soy, católico tampoco, pero creo mucho en Dios y pongo todas mis cosas ante él, para que me guíe.
— ¿Se siente más aferrado a la vida después de lo que pasó?
— Yo siempre digo que la vida hay que valorarla y hay que vivirla al máximo, lo contrario es la mediocridad. Yo le doy todo a mi mamá y a mi hermano.
— ¿Siente mucha admiración por su madre?
— Sí, porque mi madre se puso los pantalones que mi padre no se puso. La amo demasiado. Recuerdo que hemos sido pobres, vivíamos en un cuarto, pero ella se esforzó para darnos una estabilidad, poco a poco lo hizo y eso es algo que rescato siempre. Ella y mi hermano lo son todo.
— ¿Nunca sintió la necesidad de tener a su papá?
— No, porque los que han llenado ese espacio han sido Dios y mi madre, porque mi papá es un cero a la izquierda en mi vida... por cosas que pasan.
— ¿Sueña con tener una familia?
— Sí, quiero ser un buen papá, quiero tener dos hijos, una familia; pero para más adelante, quizás a los 33.
— ¿Qué proyectos vienen para más adelante?
— Por el momento estoy actuando en una obra de teatro, Lágrimas de dolor. Amo el teatro y cantar, yo creo que si no hubiera sido periodista, seguramente sería actor profesional.
— ¿No lo han tentado con otras ofertas en otros medios?
— Sí, llegaron ofertas, pero para mí Bolivisión es mi casa y no podría dar la espalda a las personas que me han dado la oportunidad de estar acá.
— ¿No se le ha subido el éxito a la cabeza hasta ahora?
— No, mi madre se encarga de que eso no pase. Yo amo que la gente me diga: hola Kiko, porque me disfrace de él en 2012; ya sea que esté en el minibús, en el trufi o en el mercado porque yo voy con mi mamá a la calle Rodríguez. Yo me debo a la gente y vivo de la gente porque estoy donde estoy por ellos.