Hay una Bolivia que el resto del país no conoce. Es una Bolivia de historias, rostros, de dichas, necesidades y penas insospechadas. En 2011, un grupo de periodistas, fotógrafos e investigadores recorrió con la mochila al hombro una parte de este territorio olvidado. El Viaje al corazón de Bolivia es un proyecto conjunto de Naciones Unidas y Página Siete.
Durante seis meses, este grupo de nueve personas recorrió pueblos y localidades remotas en transporte público y con un mapa en la mano para no perderse en el camino. Su destino no era más que el nombre de un pueblo, una comunidad o aldea. Nada de hoteles, ni desayunos americanos para turistas; apenas un puñado de recomendaciones útiles, en algunos casos vitales, para no confrontar problemas innecesarios: jamás viajar de noche, por ejemplo, y por ningún motivo dormir en el suelo; si no hay camas, buenas son las mesas.
A medida que el viaje avanzaba, los caminantes enviaban sus reportajes para ser publicados en la revista Miradas, de Página Siete.
El viaje llegó a su fin, pero el proyecto pasa a una segunda fase. Con todo el material de entrevistas, anécdotas y experiencias que los viajeros trajeron consigo Jacques Duhaime, del PNUD, produjo un conjunto de 50 interesantes programas radiales que en septiembre se difundirán en distintas radioemisoras a lo largo y ancho del país. Ya se define cuáles serán las emisoras específicas que emitirán el programa. Habrá anécdotas, música, algo de teatro, entrevistas que los viajeros realizaron a los pobladores de cada lugar y también entrevistas a ellos mismos en torno a la experiencia de su travesía.
El programa de radio es una forma de abrir un espacio más amplio para compartir y lograr que habitantes de sitios apartados, alejados unos de otros, puedan sentirse más cercanos; una forma de mostrar un rostro distinto del país.
Más adelante, se realizará una exposición itinerante de las imágenes que los fotógrafos tomaron en su travesía. También se ha planificado la publicación de un libro con todo el resultado del proyecto.
Fuera de los conflictos
Uno de los propósitos del proyecto era “salir del universo del conflicto y ver más allá”, dice Robert Brockmann, oficial nacional de información de la ONU en Bolivia, y explica que una de las principales motivaciones del viaje era mostrar la vida de los bolivianos que habitan fuera del eje central, de las ciudades donde se toman las decisiones políticas.
“Viven en armonía y respeto mutuo. Tienen muy pocas aspiraciones que tengan que ver con la política o con temas ideológicos; están concentrados en la falta agua. En gran parte de las localidades visitadas no hay agua, incluso en zonas agrícolas. Tienen aspiraciones que son muy del día a día, de vidas que transcurren muy pausadamente, casi como en el siglo XIX”, afirma.
La idea de las publicaciones en el periódico, como explica Ernesto Pérez, investigador del PNUD, era “tratar de mover los titulares, para debatir acerca de problemas que son definitivamente tan importantes como los problemas políticos cotidianos que vemos diariamente en la prensa. Y esto tenía que ver con temas que atañen al desarrollo humano en términos de reducción de pobreza, de mejora en la cobertura y en la calidad de la educación, mejora en la salud y en la nutrición de las personas. Que en Bolivia mueran 14.000 niños al año antes de su primer cumpleaños no es un titular muy interesante, pero probablemente sea uno de los principales problemas que tendríamos que resolver como bolivianos y la idea era darle visibilidad a este tipo de tópicos”, señala.
La visita a alrededor 30 municipios bastante inaccesibles se hizo para que “al regresar, nos hablaran de la realidad local, para darle un rostro a las estadísticas. Aparte de revelar la precariedad de algunos centros educativos, como el de Bolpebra, en el punto más norteño del país, los reportajes también transmitieron el ingenio de los pobladores. En lugar de campana o un timbre para llamar a los niños a clases, los profesores golpean el aro de una llanta”, cuenta Jacques Duhaime.
Modernidad y tradición
Los sitios que fueron visitados se eligieron bajo ciertos criterios: no debían ser capitales de departamento y debían “tener indicadores sociales interesantes e ilustrativos en algún campo; podían ser referentes culturales como, por ejemplo, Chipaya, Urubichá o Curahuara de Carangas, que muestren extremos de mucha modernidad o de mucho conservadurismo”, explica Duhaime.
Otra anécdota de los reportajes que recuerda Robert Brockmann es la de Puerto Gonzalo Moreno, que hasta los años 50 ó 60 llevaba el nombre de “Pekín”.
“Estaban felices de llamarse así, hasta que un día llega una barcaza por el río con autoridades nacionales y prefecturales con gran fanfarria y les dicen ‘señores ciudadanos, a partir de la fecha este pueblo no se llama más Pekín, se llama Puerto Gonzalo Moreno’. Hasta el día de hoy nadie sabe por qué se llama Gonzalo Moreno. Hay muchas teorías, pero ése es el único contacto que alguna vez han tenido con el Estado. Hoy día incluso el alcalde vive en Riberalta”, rememora Brockmann.
Son innumerables las historias y las anécdotas. El programa de radio sobre el Viaje al Corazón de Bolivia es divertido, liviano, con mucha música, historias y debates
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