Al inicio de su carrera Abdel Padilla tuvo que enmendar un error ortográfico que cometió cuando ocupaba el cargo de corrector en el desaparecido periódico La Prensa. La equivocación lo llevó a escribir, a modo de reivindicación, una serie de publicaciones en una columna del mismo medio. Hace varias semanas ganó junto a su compañero José Luis Mendoza el Premio Rey de España en la categoría de radio.
El reportaje radial Feminicidio y Violencia contra la Mujer en Bolivia, que les valió el premio, se emitió en noviembre de 2014 en el programa Plaza Municipal -una producción del Programa de Apoyo a la Democracia Municipal (PADEM)- en Radio Fides.
El trabajo, que dura 38 minutos -si bien se enfoca en los temas que le dan el nombre- hace énfasis en las iniciativas ciudadanas, en distintos municipios, que han tenido éxito realizando acciones de prevención contra la violencia y feminicidios.
El destino de este periodista multimedia parecía estar ligado a la medicina, nació en una familia de médicos y personas dedicadas al área de la salud. Al culminar el primer año de Medicina se deprimió y supo que aquello no iba a funcionar, le interesaba el área social. Años después regresaría para la revancha, cursó una maestría en Salud Pública.
Cuando le dijo a su padre que quería estudiar comunicación, le confesó que siempre quiso ser periodista, así que realizó un sueño familiar que ha durado hasta el momento 18 años.
Durante la campaña "Ponte en el lugar de Ella” del PADEM.
Estudió comunicación social en la UMSA y, paralelamente, publicidad y marketing en la Universidad Franz Tamayo.
Antes de graduarse empezó a trabajar como corrector en el periódico La Razón, en 1998. Luego ocupó el mismo cargo en La Prensa.
"Un día llegó un cable de una agencia de noticias que decía: se ‘virlaron’ la firma del Chaza. Estaba escrito con ‘v’, yo creía que esa palabra no existía o era un modismo. Al día siguiente fue el gran escándalo. Lo que pudo terminar mi carrera como corrector y periodista se convirtió en una especie de catapulta porque escribí una seguidilla en la columna de opinión de la que se encargaban los periodistas”, recuerda el periodista potosino.
Pidió el espacio casi a modo de despedida del oficio, la seguidilla se llamó "Se ‘virlaron’ la ‘B’”. Semanas después La Prensa vivió su primera crisis y muchos jefes dejaron el matutino. Cree que, entre otras cosas, le dieron el cargo de redactor por aquella seguidilla. Lo que iba a ser el adiós se convirtió en el impulso para dedicarse al periodismo. Pero había un problema, odiaba hacer notas de prensa.
Periodista "de batalla”
Recuerda que la última época en La Prensa marcó su carrera, se convirtió en un periodista "de batalla”, lejos de las notas de prensa. Ante cualquier suceso viajaba a cubrir la noticia, esto gracias a su editor Arturo Choque con quien hoy publica la revista Lo que se calló. "Creo que para ser un buen periodista tienes que viajar”, enfatiza.
Después de varios años, se convirtió en editor del área de Ciudad en La Prensa, pero quería un cambio, estar fuera del escritorio y renunció.
Después de unos días ya trabajaba en el semanario Pulso, gracias a la invitación del periodista Fernando Molina.
Junto a su familia, las mujeres que son su pretexto para vivir.
Ahí se convirtió en el editor general y vivió la que considera la mejor etapa de su carrera en el área de investigación.
En 2006 dejó el semanario, después de tres años, para trabajar durante seis meses en Cochabamba, junto al periodista Víctor Orduna, como responsable de prensa de la Cumbre Sudamericana de Presidentes.
Posteriormente, tuvo la oportunidad de trabajar en UNIR junto a la periodista Ana María Romero de Campero, institución en la que estuvo dos años antes de hacerse cargo de un suplemento de investigación en La Razón. Se iría y retornaría nuevamente a este medio de comunicación antes de trabajar en el PADEM.
Cree con convicción que es perjudicial para una persona estar por más de tres años haciendo lo mismo. "Si hay una profesión en donde se han abierto más oportunidades es el periodismo, es la comunicación. Desde ahí podemos compartir con la sociedad de forma privilegiada, pero sin olvidarnos que somos simples mortales”, dice.
"Enfoque” a la vida
En esa eterna carrera por huir de la rutina ganó el Premio Nacional de Periodismo en la categoría de prensa en 2007 y recibió la Medalla Huáscar Cajías, en distinción como profesional destacado de nuevas generaciones, en 2011.
Y es que tanto ama lo que hace que, así como en el periodismo se da un "enfoque” a la noticia le da uno a su día. Si su esposa le habla está analizando qué es lo más noticioso de la conversación. "No dejo de hacer periodismo ni siquiera cuando estoy en el baño”.
Confiesa que si hay alguien a quien agradecer el premio es a su esposa Maribel Zúñiga y a sus hijas Nandi y Moserrat porque no encuentra otro pretexto para vivir, y a sus padres que le enseñaron a no traicionar sus ideas, legado que lo llevó a renunciar más de una vez a un trabajo.
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Facebook/ Abdel Padilla y José Luis Mendoza celebran el Premio Rey de España.
Los riesgos del periodista
Al igual que muchos, siente que el periodismo es uno de los oficios más apasionantes que existen, pero conoce que existen unas cuantas "trampas” al ejercerlo. Consume el tiempo del profesional, no siempre le permite hacer la vida familiar que quisiera y lo ensalza demasiado.
"Si hay algo que un periodista tiene que hacer es gastar zapatos. Está bien, puedes nombrar a muchos presentadores y comunicadores que son grandes oradores y literatos, y los respeto muchísimo. Pero me acerco y quiero mucho más a esas personas que han gastado los zapatos en el oficio”, finaliza Padilla.
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