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sábado, agosto 13, 2016

El cochabambino Ronald Arnez es la nueva carta de la red Unitel en Calle 7.




Una esponja. Eso es cuando está al lado de Anabel Angus en Calle 7. Aprende de ella cada día y está dispuesto a seguir mejorando. Cuando sale de la pantalla sigue siendo él. Nada le borra la sonrisa. La tiene siempre así, plena y extendida, porque es el sello de Ronald Arnez, el nuevo conductor del reality show de Unitel.

Amante de su Llajta
Una estrella. Eso fue Ronald cuando integró Champagne con Jenny Serrano o al compartir escenario con Fico Ávila, en Fico’s Show. Durante más de 10 años hizo reír a miles de bolivianos, hasta que la televisión lo miró, lo hechizó, lo hizo debutar en la red ATB y después en la red roja. De eso ya pasaron cinco años.

Condujo La Revista de Cochabamba y pronto lo llamaron de Santa Cruz de la Sierra. Jamás sospechó que le ofrecieran la co-conducción de Calle 7. Aún sigue sorprendido. Le pidió una licencia al Cristo Redentor, al pique macho y a Wilstermann para vivir en la urbe cruceña. Parece que se la concedieron. No hace ni un mes que vive en un hotel entre los anillos.

Cuando no está en medio de las luces, sale a las calles, camina y observa. Quiere aprender más de la ciudad. Qué come, cómo vive y qué le gusta. Extraña el silpancho y está en búsqueda de un buen lugar para correr a degustarlo.

Le gusta el majao y le encanta saber que por el momento podrá divertir a los más de 800.000 fans del programa (la cifra está en la cuenta oficial de Facebook). No busca desplazar a Ronico o ser como él. Pretende, con su propio estilo, enamorar a los televidentes.
“Quiero que me den una oportunidad para entretenerlos. Soy el primer cochabambino en ser parte de un programa nacional”, dice con orgullo. Y no descarta ponerse la indumentaria para convertirse en un gladiador. La pregunta es: ¿rojo a amarillo?

Comediante y presentador
Una caja de sorpresas. Eso es en todo momento. Jamás se detiene. Dice que la única forma de tener una personalidad arrasadora es “que te guste”. Sabe que tiene 38 años. Los cumplió el 29 de julio, pero no se preocupa de su edad y ni mucho menos lo ve como un problema para la pantalla.
“Tengo colegas que tienen más de 50 años y conducen un programa. Pienso jubilarme cuando el último televidente apunte a la TV con el control remoto y diga: ‘No... este me aburre’. Y apague el televisor”.

A Ronald le falta el tiempo para compartir con la gente. No cree que la vida tenga ensayos o guiones robotizados. A él le gusta improvisar, sorprender y cambiar todo el tiempo. Pronto se pintará el cabello, pero no quiso decir el color todavía, porque pretende sorprender a su gente.
Ya sabe de manejar públicos. Lo hizo en las tablas y ahora lo hace en la pantalla chica desde hace cinco años. Ronald actor y Ronald conductor de TV no existen, porque ambos se complementan. Ninguno es más o menos. Los dos siempre suman.

Lo único que lo puede hacer llorar es pensar en que no está al lado de su hija. “Las desgracias son oportunidades”, se repite todo el tiempo. “Soy versátil, moldeable”, agrega. “Soy como un cirujano del alma que busco solo divertir”, concluye

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